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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

La ONU y el Sáhara

LA ENTREGA por el secretario general de la ONU al ministro de Exteriores de Marruecos, Filali, y al número dos del Frente Polisario, Bechir, de un plan de paz para el Sáhara occidental es quizá el paso más importante dado hasta ahora para resolver un conflicto que se prolonga desde hace 13 años. En este período se han producido dos evoluciones contradictorias: militarmente, Marruecos ha logrado afianzar su dominio sobre la mayor parte del territorio. En cambio, en el plano diplomático, la República Árabe Saharaui Democrática (RASD) es reconocida hoy por cerca de 60 Estados, y la ONU vota cada año resoluciones exigiendo un referénduin de autodeterminación.Hay una novedad interesante incluso en la forma misma en que Pérez de Cuéllar ha entregado su plan. Marruecos se ha esforzado siempre por negar que el Polisarlo sea una fuerza política saharaui; lo ha tachado de instrumento de Argelia y se ha negado a tener negociaciones directas cnn él. Esa negativa persiste y ha obligado al secretario general a soslayar esa posibilidad en su propuesta. Pero la reconciliación con Argelia dificulta seguir con el mismo argumento. Ahora, al enviar a su ministro a la ONU para que reciba el plan de Pérez de Cuéllar, en una entrega paralela a la que éste hace del mismo plan al Polisario, Marruecos da un paso serio hacia el reconocimiento de que sus adversarios en el conflicto son los saharauis contrarios a la integración deseada por Rabat, o sea, el Frente Polísario.

Es alentador que exista acuerdo de las partes sobre la pregunta del referéndum: o la independencia o la integración en Marruecos. Es lo que siempre ha pedido el Polisario. En teoría, Hassan II ya había aceptado una pregunta de ese género, pero sin renunciar nunca a proclamar como una verdad indiscutible que el Sáhara occidental es marroquí. Esa ambigüedad es la que desaparece en la propuesta de la ONU. Lo más sustancial del plan consiste en las soluciones realistas y equilibradas que propugna ante problemas complejos. En primer lugar, ¿qué hacer con la Administración y el Ejército marroquíes? La ONU evita radicalismos poco realistas. La fórmula es que Rabat realice una retirada significativa y que, en todo caso, las operaciones del referéndum sean totalmente controladas por el representante del secretario general, con la ayuda de un número inevitablemente numeroso de expertos internacionales.

En relación al censo, el plan requerirá una ayuda particular del Gobierno español. El censo de partida será el que España realizó en 1974, actualizado por encuestas imparciales. En este punto, lo mismo que ,en otros si lo pidiese el secretario general de la ONU, España debe estar dispuesta a prestar su colaboración. Por las circunstancias históricas de 1975, España no pudo conseguir que su dominación finalizase de una forma acorde con el derecho internacional. Ahora está doblemente interesada en que el plan de Pérez de Cuéllar ponga fin a ese conflicto.

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El creciente prestigio de que goza hoy la ONU en la escena mundial es un factor importante para que su plan sobre el Sáhara sea aceptado. Además, en el nuevo clima internacional, EE UU -que ha prestado a Marruecos una ayuda militar seria- le presiona para que facilite una solución política. La mejoría de las relaciones entre Argelia y Marruecos es otro factor positivo. Para septiembre se esperan las respuestas de las partes. Si no hay un rechazo global, estaremos ante una situación nueva: la ONU podrá entrar en el estudio concreto, con las dos partes, de los problemas prácticos. Proceso largo y difícil, pero ya con una perspectiva que hasta ahora no existía.

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