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Una esquela en primera página

La dictadura de Ceaucescu coloca a Rumanía al borde de una catástrofe histórica

Un ciudadano de Bucarest va todos los días al quiosco y compra el Scinteia, órgano oficial del partido comunista, un panfleto al servicio del presidente Ceaucescu que pocos rumanos utilizan para otra cosa que para abrigarse en invierno. Tras mirar la primera página, lo tira sistemáticamente a la papelera. Intrigado, el vendedor de prensa le pregunta un día por la causa de este proceder. El cliente dice que sólo le interesa una esquela en el diario. "Pero si las esquelas vienen en la página cinco", le replica. "La que yo busco aparecerá en portada", responde escueto el comprador del Scinteia.

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La mayoría de los rumanos comparten ya el interés del protagonista de este chiste rumano -chiste, por otra parte, repetido en multitud de países ante cirsustancias similares- por ver la primera página del Scinteía con ribete negro y una foto de Ceaucescu que, sin duda, mostrará al presidente con aspecto juvenil, dada la afición a retocar las fotos que tienen los propagandistas de Bucarest. Los rumanos ven la única posibilidad de poner fin a la tragedia que vive Rumania, en la muerte de este comunista que accedió al poder como reformista, fue mimado y elogiado por Occidente muchos años y es hoy un "comunista con cetro que gobierna como un déspota bizantino demente y con métodos de Baby Doc en Haití".Su familia y la de su mujer dominan el Comité Central del partido comunista y tienen controlados policialmente a todos sus colaboradores, que pagan con fidelidad al conducator el privilegio de no sufrir la miseria en que está sumido el pueblo. Todo ésto sucede en el centro del continente europeo y sin que hasta hace pocos meses la opinión pública europea tomara conciencia de ello.

"Trabajo educacional"

El humor es prueba de frivolidad, según el régimen de Ceaucescu. En abril de este año, un grupo artístico que propuso hacer una sátira sobre el funcionamiento de su empresa en el festival Canción a Rumanía fue disuelto y sus miembros fueron enviados a hacer "trabajo educacional", que viene a ser un eufemismo para trabajos forzados.Hace ya muchos años, durante una visita a Polonia, el viejo estalinista de Alemania oriental Walter Ulbricht le dio lecciones al mucho más liberal líder polaco WIadyslaw Gomulka de como hacer frente a la disidencia intelectual: "Si alguien da muestras de desviacionismo en sus textos o actitud, lo mandamos un año a trabajar en una mina. Si en un año no ha cambiado, lo dejamos allí otros cuantos".

Esta práctica da resultado. Veinte años más tarde, en plena era de la perestroika, Ceaucescu sigue aplicando estas medidas educacionales. En las grandes obras de desecación del delta del Danubio, donde Ceaucescu ha destruído un ecosistema único en Europa, en la central nuclear de Cernovoda, en las minas de sal y de carbón, hacen trabajos pesados, prácticamente sin remuneración decenas de miles de rumanos. Los ancianos son obligados en tiempo de cosecha a trabajar en el campo. Si caen enfermas personas ya jubiladas, en muchas ocasiones no son aceptadas en los hospitales por consignas de Ceaucescu de concentrar las prestaciones sociales en personas productivas.

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"La situación en Bucarest ha llegado a unos extremos de miseria, terror y represión que es difícil de creer incluso para los soviéticos de mi generación; aquello es horrible", manifestaba hace días un periodista soviético nacido en la posguerra, que estuvo en Bucarest durante la visita oficial del jefe del Estado soviético, Andrei Gromiko, a Rumania en mayo.

Otras fuentes soviéticas aseguran que la Embajada de la URSS practica, desde la visita oficial de Gorbachov a Rumanía, labores de protección a diversas personas, que reciben visitas regulares de diplomáticos para evitar que desaparezcan.

Ceaucescu está enfermo de cáncer de próstata, se asegura desde hace años dentro y fuera de Rumanía. Sin embargo, parece corroborar la proverbial longevidad de los tiranos.

Hace tres años le ayudaban a bajar de los aviones, y los falsificadores del Scinteia tenían que hacer desaparecer en las fotos a los agentes que ayudaban al decrépito Ceaucescu. Ahora, sin embargo, se halla de nuevo viajando por el mundo: últimamente ha estado en Indonesia, Australia, Vietnam, Mongolia y Varsovia.

Los viajes del conducator no tienen ya, lo general, resultado alguno. Prosigue cultivando la imagen del gran estadista internacional del siglo. Según se desprende de Scinteia, las superpotencias, la Comunidad Europea, la Liga Arabe y otras organizaciones internacionales no hacen sino esperar recomendaciones de Ceaucescu.

Mientras, en Rumanía la población hace largas colas para comprar lo que haya, que muchas veces es nada. El racionamiento rige ya hasta para el pan. La mayoría no recuerda ya cuándo comió carne por última vez. En los hospitales mueren los niños en las incubadoras por falta de fluído eléctrico.

Las mujeres están obligadas por decreto a tener al menos 4 hijos. La mayoría hace lo posible por no traer hijos a una realidad tan miserable. Los anticonceptivos están rigurosamente prohibidos y su posesión castigada. Para perseguir la práctica de abortos, son sometidas por policía y médicos a "controles ginecológicos" obligatorios y sin aviso previo en sus lugares de trabajo.

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