Guía para un concierto
Los conciertos de Michael Jackson gozan de una curiosa simbiosis: junto a una cuidada organización técnica que incluye robots-cámara en lugar de operadores de vídeo -visible especialmente el situado a la izquierda del escenario-, se siguen produciendo, al igual que en el debú de la gira europa en Roma, inexplicables acoples sonoros que sorprenden ante lo estudiado del resto del show.Para el público, es fácil seguir el espectáculo, dado que las cuatro pantallas gigantes y la excelente realización de vídeo se encargan de hacer llegar todos los detalles a los que se encuentran alejados del escenario. El concierto sigue las directrices del pop, esto es, apoyar el sonido con una imagen, cuanto más espectacular mejor. De esta forma, desde la inicial pared lumínica hasta el final de las, aproximadamente, dos horas de concierto, los recursos y sorpresas se suceden.
Hay momentos culminantes: la desaparición de Jackson y el momento en que elige a alguien del público para subir al escenario, aunque, contrariamente a Springsteen, que escoge a un asistente de verdad, Jackson, al menos en Marbella, había hecho su elección horas antes del concierto.
Hay incluso un momento para que el público acuda al baño o a por bebidas: el largo y aburrido instrumental en el que los músicos demuestran sus habilidades, pero que rompe el ritmo de un espectáculo que, desde el inicial Wanna be starting something va dosificando sabiamente la inclusión de las mejores canciones, y así, en la última parte aparecen Beat it, Billy Jean y Thriller, que son además, los temas en que la coreografia brilla a mayor altura. Conviene siempre en este tipo de macroconciertos ir provisto de unos prismáticos, y aunque las pantallas ayudan bastante, en este caso unos gemelos serán imprescindibles para seguir los pies de Jackson que se mueven a toda velocidad.
Por último, merece una curiosa atención la parte sexual. En I just cant stop loving you, Michael se contonea hábilmente frente a supartenaire. Pero la miga de esta parte de la actuación podría tener forma de concurso: ¿cuántas veces se palpa Michael Jackson la entrepierna? ¿Cuántas bombas de humo se esconden en su bragueta? Y la duda: ¿Formarán parte ambas cosas de la última terapia para decolorar las partes más sensibles del organismo?
Babelia
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