Triunfo y ‘pasteleo’ en el primer concierto de Michael Jackson en España
Hace tres décadas, en la noche del 5 de agosto de 1988, Jackson saltaba al escenario ante 20.000 personas en Marbella. Así contó EL PAÍS la presentación en multitudes del cantante norteamericano
En Málaga lo llaman pasteleo. Ya se sabe: están los que tienen que estar, los que están siempre, y los que da lo mismo que estén o no. Son las reuniones marbellíes. La última, tuvo lugar, ayer: había que estar en la presentación en España de Michael Jackson. Todos los junots y gunillas estaban allí, pero todos y todas palidecieron de envidia ante el último éxito de Julio Iglesias. Su hija Chabeli (perdón, al parecer ahora hay que llamarla Isabel Iglesias) fue quien se llevó el gato al agua.
Ella y sólo ella fue invitada a subir al escenario a ver de cerca —¡e incluso a tocar!— al ídolo de las multitudes. Es la foto del concierto; Chabeli y Michael abrazados, aunque las víboras dirán que Jackson estaba cantando She is out my life (Ella está fuera de mi vida). Lamentablemente esto sucedió en momentos en que los fotógrafos de prensa ya no podían seguir haciendo fotos del concierto, de modo que, con suerte, algún intrépido la habrá captado.
Michael Jackson
Michael Jackson: voz y coreografia. Don Bayette, bajo. Ricky Lawson: percusión. Jennifer Batten: guitarra. Jon Clark: guitarra. Chris Currell, Rory Kaplan y Greg Philingares: teclados. Sheryl Crow, Kevin Dorsey, Dorian Holley y Darryll Phinesse: coros. Randy Allarne, Elvaldo García, Dominic Lucero y La Velle Smith: danza. Campo de fútbol de Marbella. 5 de agosto.
Y es que los conciertos de Marbella son distintos. Ciertamente, resultan más agradables y relajados, o al menos el de Jackson lo fue. Desde el momento de acceder al recinto todo son amabilidades del tipo perdón; no, no, perdone usted.
La organización tuyo el detalle de incluir en el show a las girls de una conocida discoteca, que servían todo tipo de bebidas (champaña incluido), gratis. Mientras los ojos se clavaban inevitablemente en su carne mil veces morena, peligrosa y generosamente expuesta al personal.
Seguridad con compañía
Mientras tanto, los miembros de seguridad de la organización tenían sus más y sus menos (más bien sus más) con la Policía Nacional (de paisano) marbellí, que en un hábil exceso de celo habían llevado a sus esposas e hijos a colaborar en la seguridad del concierto. Sin duda, esta nueva modalidad de tifus colaboró al aparente lleno del campo de fútbol de Marbella, a pesar de que quedaran más de 1.000 entradas sin venderse. Cerca de 20.000 personas, entre ellas gran cantidad de adolescentes, acudieron al concierto.
Y en medio de todo esto, la música, que, inasequible al desaliento, seguía entusiasmando a los asistentes de pago. Michael Jackson una vez más con sus tradicionales e indiscutibles voz y baile.
Cantó excelentemente —como hace siempre— y bailó todo lo que se puede bailar racionalmente mientras se canta. Jackson no tiene rival en la sabía combinación en las que funde el concepto teatral y el musical.
Lleva un gran juego de luces y efectos y él, como buen actor, sabe jugar con el público: salió a las 22.01 al escenario, y exactamente 600 segundos después se llevaba la mano a la entrepierna: éxtasis total. A partir de ahí, el ya conocido repertorio de poses lacrimógenas y meditativas, todas ellas recibidas con auténticos aullidos de placer. Fue un buen concierto por el que desfilaron todos los éxitos de Michael Jackson; desde el lejano I´ll be there, hasta el tema que titula la presente gira: Bad.
La sorpresa musical llegó de la mano de Taylor Dayne, que fue la telonera de última hora y que realizó 40 minutos de buena música de discoteca.
Resumiendo: musicalmente, todos contentos. De lo otro, lo de siempre.
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