A Rafael Escobedo
Acabo de conocer tu fatal decisión; no puedo aplaudirte, pero sí entiendo y comprendo las razones que te han llevado a ella. Nunca coincidimos, pero sé cuáles fueron tus circunstancias, entraste en la Audiencia prejuzgado y, por tanto, no podía ser otra tu sentencia -conozco un caso parecido, pero eso es otra historia-. Me imagino que cuando pasaste a penado te dirían que en España la pena no tiene carácter retributivo, sino es sólo un medio para la reinserción del preso; te hablarían de grados, régimen abierto y permisos. Con fe e ilusión esperaste que pasara el tiempo y te correspondieran esos derechos de penado, pero llegado el momento, te dirían: "Es usted famoso". "Su caso tuvo mucho eco". "Fíjese, Palazón, Neus, Hellín, Anastasio... ¡Vaya escándalos!". Por supuesto que oficialmente te dirían que era mucha la condena, que no era conveniente para tu reinserción y otras vaguedades parecidas, pues no podían reconocer que, aun siendo profesionales de la justicia, la ley Penitenciaria les viene muy grande y en sus manos se convierte en utopía llena de demagogia.Escuché cuando te lamentabas del olvido de los amigos en que confiabas; yo también sé lo que es la traición estando en la cárcel, pero tuve la suerte de contar con dos jueces de vigilancia muy severos pero muy justos. Uno, un libro llamado Camino, que en sus puntos habla de los "tesoros del hombre en la Tierra... hambre, sed, dolor, calor, frío, soledad, traición, calumnia y cárcel". Otro, una pequeña estampa del "corazón de Jesús; ¡camarada que nunca falla!". Es una pena que no hayamos estado juntos para habértelo prestado.
Tú decías que contigo nunca se haría justicia, por in vas a tener tu verdadero juicio. Después, con tu alma más serena, mirarás hacia El Dueso y verás muy bajitos a los que te indujeron a la droga y al suicidio, negándote tus derechos de penado, pero ya no lo harás con el odio de quien mira al verdugo, lo harás con la pena de quien observa a un tímido en su profesión y un pobrecillo de alma. Seguramente esa persona hoy piensa: "¿Qué hubiera pasado si hubiera concedido a Rafi sus derechos? Mejor así, porque si llego a darle permiso, ¡menudo escándalo!". "Rafi, ya han conseguido tu reinserción". "¡Sentencia cumplida!". Cristianamente. "Descansa en paz".-
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