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Insólita supervivencia

Una niña de dos años, sumergida una hora en un torrente helado, sobrevive

La resurrección de una niña de dos años y medio que estuvo sumergida más de una hora en un torrente helado es uno de esos raros casos que incluso la revista de la Asociación Médica Americana, que peca de rigurosa, describe como milagroso. El equipo de médicos del centro médico infantil de Salt Lake City (EE UU), dirigido por Robert G. Bolte, informó que Michelle Fuk es una niña inteligente, despierta y que se desarrolla normalmente dos años después de haber sufrido el accidente.

Los 66 minutos que Michelle pasó en el torrente constituyen la inmersión más larga de que se tenga noticia, sin que haya dejado secuelas neurológicas, según explica el editorial que acompaña al informe publicado por la revista médica norteamericana. También fue la primera vez que se empleó con éxito un tubo de desviación (bypass) de corazón y pulmón para reanimar a un niño cuya temperatura había descendido en una hipotermia accidental.La técnica de calentamiento extracorporal consiste en calentar la sangre a medida que circula por el tubo de desviación (bypass) de corazón y pulmón que se emplea en la cirugía a corazón abierto.

Los cirujanos la utilizan corrientemente para recuperar la temperatura normal del cuerpo después de haberla enfriado para operar. El enfriamiento contribuye a reducir los daños cerebrales al ralentizar el metabolismo de modo que las reservas de glucosa y oxígeno duren más tiempo.

Hipotermia

Bolte tuvo oportunidad de experimentar esa técnica meses antes del accidente, cuando se fascinó con los informes de calentamiento extracorporal practicado a adultos que habían sufrido hipotermia.El empleo de la máquina en este caso ilustra la ingenuidad que a menudo guía el proceso médico. También pone de manifiesto los riesgos que deben sopesarse antes de utilizar nuevas técnicas. La familia de Michelle y los médicos pasaron una agonía pensando en la posibilidad de que si conseguían revivirla, su cerebro pudiera quedar lesionado.

El doctor James P. Orlowski, de la clínica de Cleveland explicaba que lo más fascinante sea que la supervivencia de personas que han estado sumergidas en agua helada desafía los límites aceptados de recuperación por falta de oxígeno. Pero nadie sabe cuánto tiempo puede permanecer un ser humano en estado hipotérmico y sobrevivir.

Michelle cayó a un torrente que bajaba crecido con bloques del hielo invernal cerca de su casa de Salt Lake City, el 10 de junio de 1986. Su hermano presenció el accidente y avisó a su madre, que estuvo buscando a la niña entre 4 y 10 minutos antes de telefonear al número de urgencias. A los ocho minutos un equipo de rescate empezó la búsqueda. Al no encontrar rastro de la niña redujeron la corriente manipulando una presa que alimentaba el torrente. Al bajar el nivel del agua vieron el brazo de la niña, que sobresalía por encima del agua. El cuerpo estaba encajado contra una roca, y no se veía que hubiera ninguna bolsa de aire.

Cuando el equipo de rescate sacó finalmente a Michelle del agua, 62 minutos después de que la madre hubiera telefoneado, su cuerpo estaba muy frío y, azulado. No tenía pulso ni respiración. Le aplicaron un monitor, que no detectó latidos del corazón.

Sin embargo, los socorristas le practicaron reanimación cardiopulmonar, forzando la entrada de aire en los pulmones y la circulación sanguínea. Prosiguieron la reanimación en el helicóptero que la trasladó al hospital.

En la sala de urgencias el doctor Bolte y su equipo técnico pusieron en marcha el tubo de desviación (bypass). Cuando llegó la niña le inyectaron fluido caliente en las venas y el estómago, y, consiguieron insuflarle aire caliente en los pulmones mediante un tubo.

Estado vegetativo

Tres horas después de que la niña cayera al torrente seguía sin señales de vida. "Llegados a ese punto muchos la habrían dado por muerta", dijo el doctor Howard W. Corneli, pediatra del equipo. "Los demás médicos pensaron que Bolte estaba loco".Bolte declaró en una entrevista: "Teníamos que decidir hasta dónde llegábamos para salvarle la vida". Un factor crucial fue su temperatura, que descendió a 18 grados.

"Lo más importante fue que la niña se hubiera enfriado tanto", dijo Bolte. "Además, nosotros teníamos la idea aproximada de que había estado sumergida unos cuatro minutos". Éste es el límite máximo del que nadie se ha recuperado sin daños al cerebro. "Si hubiéramos sabido que se trataba de más tiempo, no habríamos seguido".

Copyright The New York Times

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