¡Ayúdame!
Media hora después de que los 14 cubanos que forman el grupo Van Van hubiesen finalizado su actuación, un centenar de personas esperaba su salida de los camerinos cantando en la madrugada la estrofa de una de sus canciones: "¡Ayúdame y yo te ayudaré!". Con Pedro Calvo, el cantante del grupo, bailando en medio de quienes se resistían a dar por terminada la fiesta finalizaron los tres días de salsa programados en los Veranos de la Villa, que se han saldado con un magnífico balance artístico.Con anterioridad, Alfredo Chocolate Armenteros había caldeado el ambiente con sus cualidades como instrumentista de trompeta y fliscornio. Demostró su especial sensibilidad en el fraseo, ternura en los boleros y sencilla originalidad en los arreglos de canciones enraizadas en la música cubana, fuente primera de la salsa.
Alfredo 'Chocolate' Armenteros, los Van Van
Los Van Van: Juan Formell (bajo, dirección, composición y arreglos), Pedro Calvo (voz), Mario Valdés (voz), César Pedroso (piano), Juan Jesús Linares, Gerardo Miró y Manuel Leiva (violines), Edmundo Pino, Antonio Morejón y Álvaro Collado (trombones), Orlando Canto Valdés (flauta y percusión), José Luis Quintana (bateria), Manuel Labarrera (congas) y Julio Noreña (gúiro y percusión). Veranos de la Villa. Muralla árabe. Madrid, 21 de julio.
Creados por orden directa de Fidel Castro, en 1969, para levantar el ánimo de los cubanos durante la Gran campaña de 10 millones de toneladas de caña de azúcar, los Van Van forman un grupo con una impresionante energía escénica. Sus canciones, tremendamente populares, tienen el preciosismo en los arreglos que caracteriza al género salsero, pero su impacto se desarrolla a través de su facilidad para conectar, para acercarse al público por encima de ritmos y cualidades interpretativas. Es la extraversión del alma cubana llevada a las últimas consecuencias musicales, planteadas con una mezcla de tradición y actualidad. Los violines clásicos de las orquestas cubanas se fusionan con baterías y teclados electrónicos en una síntesis perfecta y una concepción in crescendo del espectáculo que acaba por fascinar al más incrédulo y convertir a madrileños en cubanos.
Babelia
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