Carmen Moreno

Afirma con férrea convicción que le desagrada resultar noticia sólo por el simple hecho de ser mujer, la primera mujer que en la historia de la CEOE ha llegado a presidir una confederación de empresarios, la de Palencia, cargo para el que fue elegida el mes pasado. Carmen Moreno, madrileña de 47 años, que lleva trabajando en empresas familiares desde los 18, siente una cierta rabia al pensar que si el elegido hubiera sido un hombre nadie habría hecho comentarios ni puesto en duda su capacidad para el puesto.

Esta madrileña de melena rubia y ojos color miel, que llegó a Palencia junto con su familia hace 11 años, aún no se ha acostumbrado a que algunoscompañeros la miren como una pieza exótica en las reuniones de empresarios. Presidenta desde hace tres años de Mujeres Empresarias de Palencia, Carmen Moreno se muestra, sin embargo, comprensiva y no puede evitar reírse cuando en alguna reunión algún empresario suelta un taco y al instante se vuelve hacia ella para pedirle perdón. "Siempre les disculpo para seguir las reglas del juego", afirma divertida.Comenzó a trabajar a los 18 años en las empresas de fabricación de plásticos y fornituras de metal que tenía su padre. Una experiencia que le confiere, en su opinión, una capacidad innata para comprender las ventajas y los inconvenientes de la vida empresarial.

No llegó a finalizar ninguna carrera universitaria porque cuando empezó a trabajar con su padre ya creía saber lo suficiente para defenderse en la vida, una existencia que le ha deparado momentos dulces y otros menos gratos, como cuando nació su segunda hija, Teresa, deficiente psíquica, que tiene ya 18 años. "Siempre me he considerado una persona fuerte y lo encajé. He aprendido a reconocer las limitaciones de mi hija, pero también sus facultades para ser feliz y para procurarme también a mí felicidad", explica con la serenidad de quien ha vencido un obstáculo surgido en el camino.

Ahora Carmen Moreno, madre de otra chica de 21 años, reparte su tiempo entre sus ocupaciones empresariales, cada vez más numerosas, y su aportación personal a la Asociación para la Ayuda de los Deficientes Psíquicos de Palencia (Aspanis), en cuya directiva se integra como vocal y que preside su marido, un alto cargo provincial de la empresa Iberduero.

Entre unas cosas y otras su vida ha ido amoldándose a la provinciana Palencia, y ahora le resultaría incómodo volver a vivir en Madrid, adonde a partir de ahora deberá viajar con frecuencia para acudir a las reuniones de la cúpula patronal española. Su hija mayor se ha casado con un palentino y todo va apuntando a que la ciudad acabe convirtiéndose en su residencia definitiva, a pesar de ciertos inconvenientes. "Por ejemplo, no deja de abrumarme que a donde voy no hagan más que recordarme si he salido bien o mal en los periódicos. Todo, simplemente, por ser mujer".