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El gran fracaso de la 'vía birmana' al socialismo

El país asiático ha pasado de ser uno de los más ricos del continente a 'farolillo rojo' mundial

Birmania era hace 30 años un país rico, exportador de arroz y petróleo. Hoy, tras 26 años de dictadura bajo las riendas del general Ne Win, ocupa el último lugar de los países pobres, mientras la gente protesta y es víctima de las matanzas del Ejército, ante el fracaso de la vía birmana al socialismo, en una situación que describe un enviado especial de EL PAÍS que recientemente estuvo en la zona.

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"El mercado negro es lo único que realmente funciona en Birmania", explica en Bangkok un diplomático occidental que hace poco visitó el país asiático, uno de los países más pobres y aislados del mundo. Un mercado negro que no parece ser suficiente para calmar el descontento de los 38 millones de habitantes de Birmania, la antigua colonia británica que pasó de ser el principal exportador de arroz y petróleo de Asia, en los años cuarenta a quedar calificado por las Naciones Unidas en el último lugar de la lista de las naciones más pobres del mundo.Fue en marzo de 1962 cuando el general Ne Win -que hoy tiene 77 años de edad- protagonizó un golpe militar que dio paso a la fundación del omnipresente Partido Birmano para el Programa Socialista (PBPS), basado en la intervención estatal de todo el aparato económico bajo una doctrina bautizada como la vía birmana hacia el socialismo.

Ne Win se apoya en una red de fieles militares que ocupan y controlan todo el sistema estatal de este país del Sureste asiático, donde continúan muy activos unos 20 grupos guerrilleros de distintas tendencias, desde los comunistas hasta las etnias tribales de los Karen, que se mueven en las regiones semiselváticas del célebre triángulo de oro, granero mundial del opio, entre Tailandia, Birmania y Laos.

Aunque las primeras manifestaciones de protesta estudiantil contra el régimen de Ne Win datan de 1974, con motivo de los funerales del que fue secretario general de la ONU, U Thant -lo que dio paso a dos años de ley marcial y normas punitivas que aún perduran-, el sistema político no fue realmente motivo de protestas populares hasta los pasados meses de marzo y junio.

En la capital, Rangún, en la antigua ciudad imperial de Mandalay y en la portuaria de Pegu, los estudiantes salieron a la calle y fueron violentamente reprimidos por la policía y el Ejército. Las cifras oficiales fueron de siete muertos, mientras medios diplomáticos con sede en Rangún hablan de varias decenas e incluso de más de un centenar. [El domingo una persona murió por disparos de la policía en disturbios que estallaron en la ciudad norteña, informó ayer Radio Rangún, según Reuter.]

"El médico de la policía, Bah Chonn, y otros dos cirujanos examinaron unos 40 cadáveres cada uno en el Hospital General de Rangún", escribe en una carta enviada a los medios de prensa de Bangkok el ex general Aung Gyi, que contribuyó con Ne Win en el golpe y que está bajo arresto domiciliario, según fuentes diplomáticas, por protestar contra la corrupción.Malestar general

Los estudiantes contaron por primera vez con el apoyo de trabajadores y monjes budistas en su movimiento de protesta, que culminaba en realidad el malestar general por la escasez de alimentos y, sobre todo, por la repercusión de las medidas adoptadas por el presidente Ne Win, en septiembre pasado, de desmonetarizar el kyat, la moneda de Birmania, retirando de la circulación, sin compensaciones, los antiguos billetes de 80, creando una oleada de inflación (del orden del 500%) y dejando en puro papel los pequeños ahorros de los pobladores de un país con una renta per cápita del orden de 217 dólares anuales (26.000 pesetas).

Ne Win fue entrenado por los japoneses que ocupaban China antes de la II Guerra Mundial en la lucha guerrillera contra los británicos. Su verdadero nombre era Shu Maung y adoptó entonces el nombre de guerra de Ne Win (brillante como el sol). Autoritario e imprevisible, no ha logrado convencer con su idea aislacionista de vía birmana hacia el socialismo.

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