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EL CUARTO GOBIERNO SOCIALISTA

Múgica ofrece tolerancia en relaciones Iglesia-Estado

Ayer fue felicitado por Arzalluz y Suquía

Enrique Múgica, 56 años, celebró su designación corno ministro de Justicia con un almuerzo en su domicilio privado, en un clima de discreción pero de ostensible y rotunda felicidad, rodeado de sus tres hijos -David, Deborah y Daniel- y continuariente requerido telefónicamente por relevantes personalidades vastas, intelectuales y socialistas, que le felicitaban por haber recibido del presidente del Gobierno tal gratificación a su trayectoria política.Sonriente y relajado, mientras disfrutaba de un enorme cigarro puro mostraba, complacido, a algunos visitantes el ramo de flores, enviado por el productor de cine Elías Querejeta y relataba, con el orgullo de quien puede exhibir tales amistades, las llamadas de Fernando Ledesma, Antonio Hernández Gil, Xabier Arzalluz, Max Mazin, Juan Barranco, Jesús Eguiguren, Clemente Auger y Angel Suquía.

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Veinticuatro horas después de que Felipe González le comunicase la decisión de encomendarle una labor gubernamental, el veterano dirigente socialista hacía gala de absoluta prudencia y reserva ante cualquier cuestión tocante a su nueva responsabilidad. Inevitablemente aguijoneado por las ironías de algunos amigos respecto al comportamiento que tendrá un judío como nuevo responsable de las relaciones Iglesia-Estado, Múgica se limitaba a comentar conciliadoramente: "El socialismo es un humanismo y la esencia del humanismo es la tolerancia y el entendimiento".

Algunos conocidos y colaboradores apostillaban posteriormente que el nuevo ministro de Justicia no desaprovechará la coincidencia de orígenes vascos entre él y el presidente de la Conferencia Episcopal Española para intentar mantener unas relaciones pacíficas y de respeto entre la jerarquía católica y el Gobierno.

Socialismo vasquista

Mientras se preparaba para asistir en Barcelona al mitin de conmemoración de la constitución, hace 10 años, del Partido de los Socialistas de Cataluña (PSC), Múgica recordaba cómo en 1983 propugnó en una conferencia en el Club Siglo XXI de Madrid que "en Euskadi había que superar la dialéctica españolismo-vasquismo nacionalista y sustituirla por una relación vasquismo progresista-vasquismo conservador. Una relación en la que se acepte por todos la singularidad vasca dentro de la unidad de un Estado plural".Viejo conocedor del nuevo ministro de Cultura, Jorge Semprún, que fue quien le introdujo a comienzos de los cincuenta en un PCE que ambos abandonaron una década después por discrepancias políticas, y en plena sintonía con varios de los ministros recién incorporados, Múgica parece confiado en una acentuación de los talantes políticos en el Gobierno frente a los comportamientos tecnocráticos.

Quienes frecuentan su entorno opinan que es previsible que incluso aprovechará la felicitación de quien fue profesor suyo en cuarto curso de Derecho, Antonio Hernández Gil, para concertar con él una próxima conversación en la que abordar en profundidad los espinosos problemas entre el Gobierno y el poder judicial.

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