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CUARTO GABINETE DE FELIPE GONZÁLEZ

Seis nuevos ministros en el cuarto Gobierno de González

Felipe González presentará hoy al Rey la lista de su cuarto Gobierno que incluye seis nombres nuevos, la mitad de ellos miembros de la Ejecutiva Federal del PSOE. Cuatro ministros (Fernando Ledesma, José María Maravall, Abel Caballero y Luis Carlos Croissier) quedan fuera del Gabinete, y otros dos (José Barrionuevo y Javier Solana) cambian de cartera. González crea dos departamentos nuevos, en los que da entrada a sendas mujeres: el de Bienestar Social, en el que coloca a Matilde Fernández, y la Oficina del Portavoz del Gobierno, que segrega como departamento independiente, y en el que sitúa a Rosa Conde.

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Continuidad en las principales carteras del Ejecutivo, salvo Interior y Educación

El destino final de Narcís Serra fue uno de los elementos que estuvo indeciso hasta ayer. Serra no deseaba continuar en Defensa, y el presidente llegó a ofrecerle -según algunas fuentes- la posibilidad de dirigir un superministerio de Cultura, en el que podía integrar la gestión de los acontecimientos relacionados con 1992. Después de los intensos rumores del miércoles pasado sobre la posibilidad de que ocupara diferenies carteras, a última hora de ayer se confirmó su continuidad en Defensa. Serra bromeó con algunos de sus colaboradores respecto a la posibilidad de una crisis, pero no les reveló su situación definitiva.Otra importante duda fue la cobertura de la cartera de Interior, que era una de las claves de esta crisis. Una vez confirmada la salida de José Barrionuevo, los primeros rumores apuntaron hacia un miembro de su equipo, el actual director general de la Policía, José María Colorado. Finalmente se confirmó el nombre de José Luis Corcuera, antiguo dirigente de la UGT, para ocupar el ministerio del Interior.

El nombramiento se realizó en ausencia del interesado, que ayer se encontraba en Las Palmas. "Como es obvio no tengo ni idea", declaró Corcuera a un reportero de la cadena SER. "Es un asunto que depende del presidente del Gobierno y que yo sepa el presidente del Gobierno no ha dicho nada", decía Corcuera anoche. El nuevo ministro del Interior ha de dimitir como miembro de la ejecutiva del PSOE, en la que es secretario de área, un puesto incompatible con cualquier otro.

Precisamente, ayer uno de los signos sobre la proximidad de la crisis fue la visita a la Moncloa del secretario de Organización del PSOE, José María Benegas. Horas más tarde, fuentes socialistas aclararon que Benegas se había limita do a acompañar a la Moncloa a Ramón Jáuregui, secretario general del PSOE vasco. Oficialmente, la citada entrevista versó sobre problemas relacionados con el País Vasco y concretamente sobre la preparación de un encuentro con el lehendakari José Antonio Ardanza. Pero no cabe descartar alguna relación con la crisis.

Ayer mismo se resolvieron también los últimos flecos del reajuste, como la oferta a Rosa Conde. Y Jorge Semprún, que vive habitualmente en París, permaneció hasta media tarde en un hotel de Madrid, después del en cuentro con González.

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Ya entrada la tarde, el rápido regreso del Rey a Madrid, tras su investidura como doctor honoris causa por la universidad de Cambridge, donde viajó acompañado por el ministro de Educación José María Maravall, provocó nuevos rumores en tomo a un rápido desenlace de la crisis de Gobiemo. Fuentes del séquito real expresaron su convicción de que la remodelación "se hará rápidamente, lo más tarde el próximo martes".

Mientras tanto, los ministros del actual Gabinete suspendieron la mayor parte de sus actividades cotidianas. A primera hora de la mañana se reunió la Comisión Delegada del Gobierno para Asuntos Económicos, presidida por Carlos Solchaga, que fue prácticamente la única actividad oficial del día para los ministros, a excepción del titular de Exteriores, que se encuentra de viaje oficial en Extremo Oriente, y de José María Maravall, que acompañó a los Reyes en su via e al Reino Unido.

A partir de la reunión antes citada, los ministros celebraron distintos conciliábulos, pero mantuvieron, en general, absoluta reserva sobre la evolución de los acontecimientos. Numerosos altos cargos de los ministerios, incluso de los afectados por el reajuste, permanecieron ignorantes de lo inminente de la crisis hasta muy avanzada la jornada de ayer.

Confianza política

Círculos socialistas destacaban anoche, en las primeras valoraciones de urgencia, dos claves del reajuste: consolidación de un alto grado de confianza personal y política, entre los miembros del Gabinete y de éstos con el jefe del Gobierno; y corrección de los principales desgastes sufridos ante la opinión pública por miembros del Gabinete saliente, que el Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS), dirigido por Rosa Conde -nueva portavoz del Gabinete- ha medido minuciosamente.

Una de las complicaciones del reajuste ha consistido en el grado de equilibrio que González ha tenido que decidir entre la política de Carlos Solchaga y los requerimientos de quienes planteaban la necesidad de contrapesos al ministro de Economía. De una crisis inicialmente diseñada para corregir los aspectos más duros de la política social, se pasó a una situación en la que eso había de hacerse compatible con el mantenimiento de Solchaga.

Esta situación se sumaba a la incomodidad de Alfonso Guerra, en un equipo de gobierno donde carecía de funciones claras y en el que posiblemente deseaba un mayor control de la información -hasta ahora en manos de Javier Solana-, y no mantenía un buen nivel de entendimiento con José María Maravall, al tiempo que desconfiaba del predominio de la tecnocracia económica no vinculada al PSOE.

El vicepresidente ha demostrado que su baja de popularidad, detectada por las encuestas de opinión pública, no tiene relación directa con la fortaleza de sus posiciones en el PSOE. Felipe González, volcado principalmente en cuestiones exteriores -y más durante el primer semestre de 1989- necesitaba ofrecer algunas algunas satisfacciones a Alfonso Guerra, que ha de ocuparse de la política interior durante esa presidencia europea y dirigir al partido de cara a las próximas elecciones.

González parece haber optado por esta solución -en cierto modo salomónica-, después de haber confirmado a Solchaga y Mariano Rubio como responsables de las políticas económica y monetaria, respectivamente.

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