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EL FUTURO DEL COMUNISMO

Rumanía declara zona militar e impone el toque de queda en su frontera con Hungría

Rumanía ha declarado zona militarizada e implantado el toque de queda en una franja de su territorio a lo largo de la frontera con Hungría. En una nueva escalada de la hostilidad entre estos dos países socialistas y aliados, el régimen rumano tomó medidas policiales contra su población y cerró ayer varios puestos fronterizos al tráfico húngaro Hungría ha pedido, al parecer, la mediación de Checoslovaquia en el conflicto, y ayer protestó oficialmente contra el cierre de su consulado en la ciudad rumana de Cluj, tachando de "antisocialista" la política de minorías rumana.

Radio Bucarest emitió ayer un comunicado en el que se señala que "toda la nación rumana está unida en el apoyo al jefe del partido, Nicolae Ceaucescu. La radio rumana condenó también que tras el intercambio de notas entre los partidos comunistas de ambos países "han continuado las manifestaciones chovinistas, nacionalistas, antirrumanas y antisocialistas" en Hungría.El Parlamento húngaro aprobó ayer con una sola abstención una resolución de condena del programa del presidente rumano Nicolae Ceaucescu que prevé la destrucción de 8.000 pueblos y la concentración de la población en centros agroindustriales". El Parlamento húngaro califica de "antisocialistas" y de "violación de los derechos de las minorías" los planes de Ceaucescu.

El jefe del partido comunista y primer ministro húngaro, Karoly Grosz, ha cancelado su viaje a Praga, adonde iba a participar en una cumbre del Consejo de Ayuda Mutua Económica (Comecon) a partir del martes. Su ministro de Asuntos Exteriores, Peter Varkonyi, realizará el lunes un inesperado viaje a la ciudad eslovaca de Komarno para entrevistarse con su colega checoslovaco, Bohuslav Chnoupek. Al parecer, Checoslovaquia se ha ofrecido para mediar en el conflicto entre Budapest y Bucarest, que ha alcanzado un grado alarmante. Checoslovaquia cuenta también con una minoría húngara en sus fronteras. En cooperación con Budapest ha logrado que ésta no ponga problema alguno para las relaciones bilaterales.

Según se supo ayer, el régimen rumano ha declarado zona militar su frontera con Hungría. Bucarest quiere impedir que las noticias que llegan a los ciudadanos rumanos sobre el conflicto provoquen una oleada de intentos de huida al país vecino. Más de 20.000 ciudadanos rumanos en su mayoría miembros de la minoría húngara, han huido en los últimos meses de Rumanía.

Rumores y disparos

Ayer circulaba en Budapest un sinfín de rumores sobre la situación en esta franja fronteriza rumana. Vigilantes húngaros informaron haber oído disparos en varias ocasiones, de lo que deducían la existencia de nuevos intentos de fuga frustrados por las fuerzas de seguridad rumanas. Algunos huidos en los últimos días aseguran que algunas zonas fronterizas han sido minadas últimamente.

Con la militarización queda prohibido el acceso a este territorio a toda persona no residente allí. Los habitantes de esta zona están obligados a desplazarse por las carreteras y vías públicas y no pueden abandonar sus hogares después de anochecer.

Por otra parte, desde el jueves la policía fronteriza rumana ha impedido a centenares de húngaros la entrada en Rumanía. La policía rechaza los pasaportes húngaros en varios puestos fronterizos de carretera y ferrocarril. Viajes de grupos han sido cancelados unilateralmente aludiendo a "razones técnicas".

El jueves, el régimen de Ceaucescu había anunciado el cierre del Instituto de Cultura Húngaro en Bucarest. Ayer llegó a Hungría el personal del consulado general húngaro en Cluj, cerrado ya el martes por orden de Ceaucescu. Éste había dado 48 horas a los miembros del consulado para abandonar Rumanía.

En una entrevista para la televisión húngara, el cónsul expulsado hizo ayer una emocionada descripción de su viaje hacia Hungría desde Cluj, a través de Transilvania. Según manifestó al paso de los vehículos de la embajada, los habitantes de las al deas húngaras fianqueaban la calzada y agitaban manos y pafluelos en señal de despedida. El consulado en Cluj era para la población húngara de Transilvania el último recurso para mantener el contacto con su cultura y su lengua, hoy sistemáticamente perseguidas en Rumanía. Muchos de los pueblos cuyos habitantes despidieron al cónsul desaparecerán bajo las excavadoras si el plan de Ceaucescu llega a realizarse. En varios de ellos ya han sido arrasados cementerios y otros monumentos húngaros.

Resolución del Parlamento

Ayer intervino ante el Parlamento el secretario del Comité Central y jefe de la Con-úsión de Exteriores de la Cámara, Matyas Szüros, quien justificó el derecho y el deber del Gobierno húngaro de "defender a la nación hungara, su identidad, su lengua y sus derechos individuales y colectivos". Szüros manifestó que "no es culpa del Gobierno húngaro que no haya avances" hacia una solución del contencioso y que por el contrario la situación esté empeorando. "Rumanía rechaza o incluso ignora nuestras propuestas y no presenta otras". El dirigente húngaro manifestó en su intervención, televisada en directo, que "nosotros mostraremos nuestra decisión de defenoler los intereses de Hungría".

El Parlamento aprobó a continuación una resolución en la que condena el programa de destrucción de los pueblos en Rumanía que afectará especialmente a las minorías étnicas húngara y alemana. La resolución pide al régimen rumano que revise este prograrna que supondría "una pérdida para toda la humanidad".

El cardenal primado de Hungría, Laszlo Paskai, se declará ayer "muy entristecido" de que su primera declaración púIblica tras haber asumido la jefatura de la Iglesia húngara tuviera ,que referirse al programa de Ceaucescu. Paskai lamentó "la situación" y dejó claro que la Iglesia húngara condena asimismo el programa de colectivización de la población en Rumanía.

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