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Balestrini cuenta en 'Los invisibles' la historia de los modernos revolucionarios italianos

Nanni Balestrini sigue viviendo fuera de Italia, pese a que ya fue absuelto hace cuatro años en el proceso del 7 de abril, porque encuentra la atmósfera de su país algo sofocante. Por ejemplo, explica, la televisión ha llegado a sustituir a la realidad. Ni rastro de la contestación política y cultural que vivió el país en la década de los años setenta, ni de sus protagonistas, los que él llama Los invisibles, título de la novela que ha presentado en España.

Balestrini vive este año en Berlín, con una beca de escritor residente, si bien su dirección habitual se encuentra en París. Allí marchó a tiempo, antes de ser detenido, cuando el proceso del 7 de abril que siguió al secuestro y asesinato del dirigente democristiano italiano Aldo Moro: una cuarentena de intelectuales, entre ellos Ton¡ Negri, fueron detenidos como supuestos responsables teóricos de la subversión que se había concretado, entre otras cosas, en las Brigadas Rojas. Pero, explica, "el gobierno no tenía tanto miedo de las Brigadas Rojas, como del movimiento social que les alumbró".El juicio por el 7 de abril duró cinco años, que él pasó en Francia; al final fue declarado inocente. Muchos de los inculpados cumplieron prisión, y hoy prácticamente todos se encuentran en libertad. El escritor participó en Madrid en un coloquio en el Instituto Italiano, con la presentación de un número monográfico de la revista literaria El Urogallo sobre literatura italiana.

Niega Nanni Balestrini que aquel movimiento fuera de un solo color, ni que todo en él fuera lucha frontal, armada, contra las instituciones; matiza mucho además entre las diversas tendencias que constituyeron esa oposición. Piensa igualmente que hubo un movimiento cultural, imaginativo, que permitió actos de creación hoy inexistentes. A su juicio, Italia se encuentra hoy sojuzgada por la televisión hasta un extremo sin equivalente en Europa, de forma que la realidad ha sido sustituída -sólo existe lo que aparece en la televisión- y los críticos de esa realidad están abocados a hablar de ella como un fenómeno sociológico.

Tampoco está de acuerdo en ser considerado un escritor militante, no sólo porque él jamás perteneció a un partido concreto, sino porque esos jóvenes que tenían 20 años al final de los años 70 pretendían inventar una forma de hacer política ajena a los partidos: no querían que fuese una lucha por el poder; más bien, una forma de acercarse a su utopía, que les emparentaba con los libertarios o los situacionistas, entre otros enemigos de una "jerarquía burocrática".

Además, dice, el concepto de militancia pretende anteponer el compromiso del escritor con una ideología al que le une al arte, lo que a él no le ocurre. En definitiva, señala, su obra se desarrolla en un escenario político, pero podría no ser así.

Un poema épico

Balestrini ha escrito sobre todo poesía -Come si agisce (1961), Blackout (1980) o Apocalisse (1987)- y otras tres novelas: Vogliamo tutto (Queremos todo, 1981), cuyo personaje principal es un obrero de la Fiat en Turín, está traducida en Argentina. Ciertas concepciones de poeta son evidentes en Los invisibles, hasta el extremo de que la novela podría ser concebida como un poema épico: estructurado en períodos de extensión similar, sin puntuación alguna, Los invisibles constituye un monólogo exterior -la expresión es suya-, en la que un narrador cuenta en primera persona, sin sicologis mo ni reflexión, la evolución de aquéllos jóvenes revolucionarios, incluída la revuelta en las cárceles, una vez detenidos, y su llegada desesperanzada al final de un camino con alternativas a cual más dura: la integración, la marginación, el extranjero, el suicidio... Él no conoce la continuación.Hombre de hablar y modales muy suaves, Balestrini no teme que la conversión de ese tiempo y de esos hombres revolucionarios en tema y personajes de novela les integren en la sociedad de orden. "La escritura de mi libro se opone al orden".

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