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Una nueva evangelización de Europa

Juan Arias

Juan Pablo II insistió ayer en su deseo de lanzar desde este país, "corazón y cremallera de Europa", una nueva evangelización, porque Europa, en estos tiempos modernos, "no sabe dónde va". Con tonos pesimistas dijo: "A veces nos parece que ha llegado la hora de las tinieblas, porque guerras, injusticias y catástrofes dominan las noticias de cada día". Ha hablado de "crisis de fe, de resistencia y de negación del evangelio" en Europa. Le da miedo el proceso de secularización creciente. "Muchas puertas", ha dicho, "se han cerrado al evangelio, y por ello es urgente una nueva evangelización". Y todo ello le duele más al Papa eslavo porque tiene su mente puesta en la reunificación de Europa a través del cristianismo. De ahí la atención que está dando a lo que sucede detrás del telón de acero con la perestroika y su prisa por poner allí el pie."Cuando los cristianos", ha dicho también, con desalentador desafío, a los católicos austriacos, "dejan de dar testimonio de la propia fe, otros vendrán a ocupar el puesto que ellos dejan vacío". ¿Qué hacer, pues? "Volved otra vez", les exhortó el Papa, "a hablar de Dios entre los esposos, los compañeros de trabajo, los amigos". Los cristianos, según el papa Karol Wojtyla, tienen que reaccionar ante el desafío de la secularización, ya que, ha afirmado, "¡de quién sino de los que creen en Jesucristo el mundo puede aprender algo!". Y también: "Sólo la Iglesia puede distribuir el pan de la vida, sólo una Iglesia unida puede ser pan para el mundo". Y ha añadido: "Éste es un mundo que se preocupa de cómo vivirá mañana; pero, mientras tanto, en él muchos mueren de hambre al lado de tantos que viven en el lujo".

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Misión providencial

Frente a esta visión milenaria, profética, apocalíptica y, de algún modo, mesiánica del primer Papa eslavo de la Iglesia -que se siente investido de la misión providencial de reunificar las dos Europas bajo el estandarte de la cruz-, las discusiones y la contestación de los católicos progresistas le disgustan profundamente. Para él es casi blasfemo lo que ocurrió cuando iba a ser consagrado obispo auxiliar de Viena el conservador Kurt Krenn y la polémica desatada sobre si fue él quien pisó el dedo gordo del pie adrede a un católico contestatario o si fue éste quien le dio un golpe en el tobillo al futuro obispo. Ocurrió en las puertas de la catedral, cuando algunos fieles se echaron al suelo para impedirle que entrara en el templo. El nuevo obispo no quería entrar en la catedral pisando cristianos, y entonces pidió a la policía que le hiciera entrar en vilo. Se oyó al entrar un grito de dolor. Aún ahora se acusan unos a otros de haber provocado el incidente del pisotón o la agresión.

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