El ingeniero norteamericano David Baxter dice que no recuerda haber estrangulado a la prostituta
David Baxter Noyes, de 29 años, soltero, ingeniero de la empresa MeDonnell Douglas, aseguró ayer en el juicio contra él que no recuerda nada del asesinato y posterior profanación del cadáver de la prostituta Rufina Sanz Caviedes, de 35 años. Este hecho ocurrió en el hotel Miguel Ángel de Madrid en marzo del año pasado. El fiscal solicita 20 años de reclusión para Baxter por el asesinato, y una multa de 15.000 pesetas por la profanación del cadáver. Las acusaciones piden 30 años por el asesinato y seis meses por la profanación. Los familiares de la víctima llamaron ayer "asesino" a Baxter.La defensa pide la absolución por considerar que Baxter cometió el homicidio cuando estaba afectado por un trastorno mental transitorio. El ingeniero se encontraba en España trabajando en la venta de aviones F18 para el programa FACA.
Baxter, castaño, de baja estatura, con incipiente calvicie, vestido con un impecable terno gris azulado con rayas, contestó con voz aflautada y casi inaudible todas las preguntas. Sus respuestas fueron muy meditadas y en todo momento, con un alarde de agudeza, superó el interrogatorio a que fue sometido.
El norteamericano reconoció que había llevado a su habitación a la prostituta y que se bañó con ella, pero insistió repetidamente en que no recordaba que le hubiera aplastado la laringe al pisarle el cuello, ni que hubiera seccionado al cadáver el clítoris, el abdomen y los pechos.
Se mostró sorprendido porque los vestidos de la mujer se encontraran en su habitación; y no explicó de forma satisfactoria la razón por la que limpió las manchas de sangre que había en la estancia.
Incidente
Baxter, en un tono helado, afirmó que los objetos y revistas sadomasoquistas que se encontraron en su poder no los había utilizado nunca, ni era amigo de esas prácticas sexuales, y explicó que los había comprado seis meses antes en EE UU para hablar de ellos con algunas mujeres.Cuando el presidente concedió un descanso, los padres de Miguel Ángel Rojas -joven que resultó muerto por el navajazo del ciudadano americano Michael Wagner en el concierto de los Skorpios- y una cuñada de la prostituta fallecida se dirigieron al acusado llamándole asesino y criminal. Baxter esbozó una sonrisa y el presidente ordenó desalojar la sala. En el exterior arreciaron los gritos que pedían la muerte para los dos norteamericanos. La Guardia Civil impidió luego el acceso a la sala de las personas que habían causado el alboroto.
En la sesión de la tarde, los forenses ratificaron que la muerte de Rufina Sanz se produjo al aplastarle la garganta con un zapato y explicaron que la fuerza aplicada para producirle esa lesión fue brutal, "incluso mucho más fuerte de lo que podría conseguir una persona normal apretando conscientemente".
Sadismo
La fase decisiva del juicio se inició con la prueba pericial psiquiátrica, ya que todas las partes están de acuerdo en que Baxter mató a Rufina Sanz, que profanó su cadáver y lo arrojó por la ventana. Pero discrepan en si el ingeniero era consciente de sus actos y si padece una amnesia temporal o laguna en la memoria precisamente en el momento del crimen. Los peritos, entre los que se encuentra el doctor Alfonso Cabeza, mantienen que Baxter padece un trastorno psicosexual: es un sádico; su personalidad no está afectada en la vida normal, pero cuando se encuentra en excitación sexual, su conciencia se rebaja y afloran sus tendencias sádicas. Además estaba influido por el alcohol, la fatiga y el cambio de horario. Otro perito psicólogo, propuesto por la acusación, sostiene que la conciencia de Baxter no estuvo obnubilada y que los efectos del alcohol y los cambios de horario no influyen en los hechos. El juicio concluye hoy.
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