Veneno placentero

Los 400.000 dólares con que un jurado federal ha indemnizado a Antonio Cipollone tras la muerte por cáncer de pulmón de su esposa no es sino una gota en el océano del grupo tabaquero Liggett. En, 1985, las ganancias de la industria tabaquera de Estados Unidos alcanzaron la cifra récord de 3.450 millones de dólares. Pero esta sentencia, primera que considera a una de estas compañías responsable de causar daños físicos a un fumador, puede llegar a convertirse en un clavo más sobre el ataúd del tabaco.En 1961, un consultor del grupo Liggett afirmaba en un informe escrito que hay "componentes activos en el tabaco con el que se elaboran los cigarrillos, que son: sustancias cancerígenas, venenosas, estimulantes y placenteras".

El jurado decidió que la señora Cipollone, al negarse a dejar de fumar, era responsable en un 80% de su propia muerte. Pero este pronunciamiento iba acompañado de que también la compañía había fracasado en sus esfuerzos por advertir los riesgos que comporta el tabaco para la salud, y que había confundido a la opinión pública al sugerir que fumar es aludable.

Quizá tengan razón las compañías tabaqueras al sostener que una indemnización como ésta abrirá las puertas a este tipo de demandas. Aunque 400.000 dólares no causan ningún daño a este tipo de empresas, el impacto moral de una sentencia así es extraordinario.

16 de junio