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Crítica:DANZA
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Primavera pasada por agua

Primavera bajo los tilos de otoño, presentada el martes en el Centro Cultural de la Villa en el marco del Madrid en danza, supone una nueva orientación en la obra reciente de José Láinez. Es menos teatral y literaria que Pim o el loco universal del pasado año y más inclinada a la pura expresión de danza -aunque no falta ni un contexto preciso ("todo el montaje se desarrolla en el entramado laberíntico interior del centro del ser humano", nada menos) ni el recurso a la palabra (en un momento dado varios bailarines repiten la frase "me encontré una casa por el camino", mimándola a la que la pronuncian)-, y parece que la intención primordial es desarrollar el núcleo de la obra a partir del movimiento.Así como Láinez tiene un indudable talento para la imagen -La gran especie, de 1981, fue aquí pionera en ese sentido-, el desarrollo del movimiento no es su fuerte, y aunque algunas frases coreográficas están ajustadas, con frecuencia carecen de vuelo propio por problemas quizá de intensidad y de ritmo tanto como de diseño.

Primavera bajo los tilos de otoño

Yauzkari. Escenografía: David L. Martínez. Iluminación: Alfonso L. Martínez. Ayudante de dirección: Concha Martínez. Coreografía y dirección: José Láinez. Madrid, 14 de junio.

Al final, el baile vale lo que valen los bailarines y -con alguna excepción muy notable- la mayoría acusan problemas frecuentes en los bailarines que tienen una base clásica y que quieren hacer "otra cosa": acostumbrados a controlar por y desde la forma, les resulta difícil hacerlo cuando ésta cambia y sobre todo darle expresión, de manera que el baile queda desvaído.

Clima onírico

El clima onírico que se quiere crear queda así en manos de los recursos más teatrales, que están poco desarrollados y a veces -como es el caso de los bañistas, que, por lo que se ha visto esta temporada, han proliferado en exceso en la escena desde que Pina Bausch los utilizó en Gebirge- no se justifican del todo.

El mundo pálido de Láinez -pieza importante de la danza contemporánea en este país porque es uno de los pocos maestros y coreógrafos que ha podido, a partir de su base en el Conservatorio de Pamplona, desarrollar una labor continuada de creación y formación a lo largo de varios años- es un universo poético de metáforas e imágenes muy personales que tiene poco que ver con lo que parecen ser sus fuentes de inspiración actuales.

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