Cogida menos grave de Manuel Corona
El sexto novillo, grande y con genio, cogió tres veces a Manuel Corona durante la faena de muleta. A la tercera le pegó la cornada, pero Corona siguió toreando y sólo cuando lo vio doblar, se dejó conducir a la enfermería. Un rasgo de pundonor, que la afición valora como se merece.Hasta entonces Corona había dado mucho que discutir,entre aficionados -la docena y media que había en la plaza- pues no se sabía qué clase de torero quiere ser. Si de gusto, apuntó detalles en su primera faena, cuando ligaba los redondos, bajando la mano; si tremendista, también, cuando se tiró de rodillas para concluir esa faena y prologar la otra.
Quedó más claro, sin embargo, que aún no está maduro para aprovechar debidamente novillos encastados y nobles como fueron el primero de su lote y, en general, todos los de Santa María. Le desbordaba la casta, la nobleza desmerecía la calidad de los pases.
Santa María / Luguillano, Bento, Corona
Cuatro novillos de Santa María desiguales de presencia, encastados, nobles; 5º, sobrero de Francisco Ojeda, sin trapío, incierto; 6º de Francisco Segura, serio y con genio. David Luguillano dos pinchazos, otro hondo bajo, rueda de peones y ocho descabellos (algunos pitos); estocada atravesada que asoma (división y saluda). Rui Bento Vasques: bajonazo trasero escandaloso (vuelta con protestas); dos pinchazos y estocada corta trasera caída (silencio). Manuel Corona: pinchazo hondo bajo, rueda de peones y 14 descabellos (silencio); cuatro pinchazos y estocada (silencio); sufrió cornada, menos grave, de 10 centímetros en región perianal, produce destrozos en esfinter anal y fosa isquiorectal, más puntazo corrido en muslo. Plaza de Las Ventas, 12 de junio.
Algo parecido ocurrió con sus compañeros. Luguillano desperdició dos novillos extraordinarios. La cadera acá y allá, más pendiente de componer posturas que de profundizar las suertes, en su primero no paró de correr a la salida de cada pase, a su segundo le ligó dos tandas de redondos templando y mandando, y luego le ahogó la embestida.
Rui Bento le ligó muy bien al tercero las primeras series de redondos y después se vino abajo mientras el sensacional novillo se iba arriba. De conjuntada y honda pasó la faena a ser deslabonada y superficial.
El quinto, protestadísimo porque no tenía trapío, acabó incierto y bastante hizo Rui Bento con probarle por ambos pitones.
Banderilleó fácil Bento, mientras con el estoque cobró el más horrendo bajonazo de la tarde. Debe ser torero imaginativo, pues aunque estaba el novillo alevosamente ensartado en el costillar, le hacía ceremonias brazo en alto cual sí hubiera hundido el acero por el hoyo de las agujas. Sumido en los delirios de su fantasía, tampoco oyó las duras protestas de la docena y media de aficionados y dio una vuelta al ruedo, agradeciendo las sonrisas de los japoneses.
Los japoneses -Dios les bendiga- sonríen siempre, así apeste allá donde los apiñan. Ayer apestaba el tendido 10, que se lo come la mugre. Los japoneses consultaban sus diccionarios, les tocaban el hombro a los nativos, y preguntaban: "Señol: ¿pol qué olel a cacaluta podlida?". Los nativos respondían en su mismo idioma, para hacerse entender: "Chopela lesponsable, emplesa guala". Los japoneses sonreían, y Rui Bento, creyendo que iba por él, daba la vuelta al ruedo, contentísimo.
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