El calvario de Duarte
LA IMAGEN de un José Napoleón Duarte gravemente enfermo ausentándose de El Salvador tira por los suelos uno de los pilares de la política de Ronald Reagan en Centroamérica. El alejamiento del presidente, enfermo de cáncer de hígado y de estómago, se produce en un momento en que la ya seria inestabilidad endémica salvadoreña se ha agravado con la práctica paralización del Parlamento desde las últimas y controvertidas elecciones, configurando la situación más degradada de toda la región.La ausencia de Duarte significa el práctico agotamiento de lo que vino en denominarse tercera vía: una fuerza política de centro capaz de constituirse en dominante frente a un panorama polarizado en torno a los ultraderechistas violentos del mayor D'Aubuisson y una guerrilla aparentemente inagotable. Era la solución querida por la diplomacia norteamericana, cuya política en Centroamérica se ha basado hasta ahora en deis pilares: la sustitución de dictaduras militares por Gobiernos ci vIles con mayor sustancia democrática en los países amigos y una dialéctica de confrontación respecto de Nicaragua. La llegada a la presidencia de Duarte se produjo después de lanas elécciones en condiciones más que difíciles, pero se trataba de una posibilidad de recuperación democrática después de interminables años de guerra civil. Desgraciadamente, el Gobíerno democristiano de Duarte, aunque abrió un diálogo con la guerrilla, no pudo llevarlo a buen fin, y está siendo progresivamente devorado por una extrema derecha legitimada por las urnas.
La figura de Napoleón. Duarte recupera ahora el patetismo y las contradicciones que la han rodeado de antiguo. En 1960 fandó la Democracia Cristiana salvadoreña e irrumpió en la vida pública de un país sojuzgado por una oligarquía de 14 familias. Tras llegar a la alcaldía de San Salvador, en 1972 se presentó a las elecciones presidenciales encabezando una candidatura de centro-izquierda. Le acompañaba como candidato a la, vicepresidencia Guillermo Ungo, que, con el paso d.e los años, se convertiría en jefe guerrillero e implacable enemigo del hoy enfermo presidente. Duarte ganó las elecciones, pero los militares no podían tolerar que gobernara, y tuvo que exiliarse en Venezuela. Sólo tras el golpe de Estado de octubre: de 1979 pudo volver a su país para integrarse en la Junta dejóvenes oficiales, una vez que, considerarido demasiado tímido su programa, se retirara de ella Ungo.Tras la destitución del coronel Majano, el militar más progresista de la Junta, ésta pactó con Duarte una transición hacia un Gobierno civil.
Como presidente de la Junta provisional, Duarte se vio impotente para eletener los crímenes de los ultraderechistas escuadrones de la muerte, relacionados con el mayor D'Aubuisson, y entre los que destaca por su monstruosidad el del arzobispo de San Salvador, asesinado cuando celebraba misa en la catedral. El país; se vio sunÚdo en una espiral de violencia, con bandas terrorístas a izquierda y derecha y con una auténtica guerra civil en la que el apoyo exterior a la guerrilla -Cuba, Nicaragua- se convirtió -en el contrapuntoal apoyo americano a Duarte. En 1984 éste fue elegido democráticamente presidente, sin que sus esfaerzos hayan conseguido la pacificación del país.
La tercera vía sufre un golpe muy serio en El Salvador con la enFermedad ole Duarte. Mientras, crecen las presiones militares en la Guatemala de Cerezo, Panamá se encuentra en una situación sin salida, y en Honduras el Ejército sigue cautelando la acción del poder civil. Cuando la contra y los sandinistas están a punto de llegar a un alto el fuego definitivo en Nicaragua, la inestabdidad de los países vecinos no permite albergar aún esperanzas firmes sobre una pacificación de Centroamérica.
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