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ARANJUEZ

Paula no ficha a las cinco

La mayoría de los diestros considerados figuras salen a la plaza a trabajar, cual probos oficinistas, y lo primero que hacen es fichar a las cinco de la tarde, hora solar, que es cuando empieza su burocracia torera. A esta guisa pertenecen Ojeda y Espartaco. Unos pocos intentan torear según les manda el sentimiento, creando arte de improvisada manera. Es el caso de Rafael de Paula, aunque en pocas ocasiones se encuentre inspirado. Pero nunca será un obrero de la lidia, un burócrata, un currito, De ahí su carrera llena de altibajos que le hace debutar en Aranjuez a sus 48 años. De ahí su mito y su diferencia.El diestro gitano realizó lo único que quedará en las neuronas de los espectadores, para bien y para mal. Ojeda y Espartaco, éste en mayor medida, llegaron al curre, ficharon, desplegaron sus papeles sobre la mesa y un par de horas después se marcharon con el prurito del deber cumplido. Ni con toros inválidos y visitados por el barbero fueron capaces de otra cosa que la mojiganga y la vulgaridad.

Montalvo / Paula, Ojeda, Espartaco

Toros de Montalvo, terciados, nobles, inválidos y afeitados. Rafael de Paula: ovación; bronca. Paco Ojeda:ovación; aviso y más palmas que pitos. Espartaco: silencio; palmas.Plaza de Aranjuez, 30 de mayo. Tradicional corrida del día de San Fernando.

¿Para qué los manguitos en los jamelgos de los hulanos, si los cadáveres disfrazados de bureles se cambiaban con un picotazito? Frente a estos toribobos, Paula además de torear para las entendederas del alma, quedándose a las puertas de lo sublime, estuvo decidido, que valiente sería mucho decir. La dimensión estética y profunda de su toreo creó cuatro o cinco pinceladas de belleza sin mácula que crepitaron sobre la mediocridad de sus compañeros. Breves apuntes de ceremonia ritual y mágica.

El resto de su labor fue entonada, excepto a la hora de pasaportar a su segundo. En ese momento el canguelo pudo al deseo, y Paula fue maestro en najarse, la faz demudada y pálida, aguantando las befas y regodeos de la concurrencia.

Ojeda se dedicó a laborar frente a dos borreguitos moribundos, montando también su numerito del parón y la prosopopeya vacía. Con el segundo, al menos, demostró sentido de la ligazón durante el par de minutos en que el animalillo conservó sus escasísimas fuerzas. Espartaco fue todavía más anodino y destemplado. Se limitó a arrear mandobles, trapazos y reolinas. Debia tener prisa por fichar a la salida. Hoy le esperan a las cinco en otra oficina.

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