El cielo puede esperar
La primera estación privada española de televisión, Canal 10, tiene dificultades
"En año y medio o dos años, Canal 10 será un buen negocio", dice Enrique Vázquez, portavoz de la empresa que gestiona comercialmente el primer canal privado español de televisión por satélite, que emite desde la capital londinense. Si esto sucediera, sería una de las cadenas privadas de mayor y más rápido éxito si se pretendiera compararla con la experiencia de las televisiones privadas en Europa, que o pierden dinero o han comenzado a ganarlo muy recientemente.
Vázquez dice que Canal 10 tiene por ahora "sólo dos problemas graves": la falta de instaladores de antenas parabólicas y equipos receptores y el conseguir permiso de todos los vecinos de las comunidades de propietarios para instalar dichas antenas. "Y esto, como se ve, no depende de nosotros. Todo lo demás que se ha dicho de la mala marcha de Canal 10 no tiene fundamento".Cuando van a cumplirse cuatro meses de su inauguración (25 de enero de este año) y algo más de un mes del comienzo de las emisiones codificadas del mismo (8 de abril) se han desatado sobre esta cadena diversas especulaciones, alimentadas, entre otras cosas, por algunos cambios en la composición del accionariado y la ampliación del capital; y en una impresión deducida de algunos testimonios concretos de que Canal 10 no atiende a las peticiones y no ha cubierto los tramos de expansión previstos en un principio.
Una de las primeras señales de alarma proviene de determinadas peticiones no atendidas de particulares que quieren conectar con Canal 10 y reciben una respuesta dilatoria. "Es una decisión dramática, lo sabemos", dice Enrique Vázquez, "pero se trata de una política comercial concreta que no por ello es exclusivamente economicista. Inicialmente nos interesan más las grandes concentraciones de manzanas".
"Nuestros equipos cuestan muy caros (unas 800.000 pesetas por término medio)", añade; "los pagamos nosotros, y al abonado sólo le pedimos una cuota de conexión de 15.000 pesetas y otra mensual de 3.360, más una cuota anual de 2.240 pesetas a partir del segundo año de abono. Las viviendas unifamiliares vendrán después".
Esta política comercial parece haber dado algunos frutos hasta ahora: 576 antenas parabólicas instaladas en Madrid, Barcelona, Valencia y Bilbao, lo que equivale a una cobertura potencial de 172.800 hogares y unas previsiones inmediatas de llegar hasta 1.000 antenas instaladas. Para ello se están abriendo oficinas en Oviedo, Málaga y Alicante, y pronto lo harán en Sevilla.
Las fuentes de Canal 10 se inhiben de hablar del nivel de rentabilidad y del número de abonados conseguidos hasta ahora. "Son datos que no podemos regalarlos, porque en el caso del nivel de rentabilidad nos ha costado mucho saberlo a nosotros, porque hemos necesitado complicados estudios técnicos", dice Enrique Vázquez. "Lo cierto es", añade, "que hemos roto por lo menos dos barreras: la de poner la antena parabólica por nuestra parte y la de dar una programación en castellano".
En un punto de mira preferente de Canal 10 se encuentran los vídeos comunitarios. Fuentes del Canal 10 y de asociaciones de vídeos comunitarios han señalado que existen contactos entre unos y otros, pero todavía no han llegado a ningún acuerdo.
Otro problema técnico es que muchas de las instalaciones de sus antenas no se realizan en condiciones adecuadas. Esto ha provocado problemas de pago, en algún caso, a servicios de asistencia técnica que habían hecho instalaciones defectuosas.
"El último esfuerzo para resolver este problema", dice Vázquez, "lo ha hecho el consejo de administración de Canal 10, que aprobó el pasado día 25 de mayo un contrato con la empresa ESYS (ligada al grupo frances Elf-Aquitaine) para instalar 10.000 cabeceras de equipos de antenas parabólicas para Canal 10".
Lo que tampoco habían previsto es el cambio en la composición del capital cuando poco antes de la ampliación la Caja de la Seguridad Social de Andorra, el primer socio que tuvo el accionista mayoritario de Canal 10, Enrique Talarewitz, vendió su 15% de participación. La estación privada francesa Canal Plus compró un 10%, y pasó a tener el 20%, y el restante 5% fue adquirido por Jacques Hachuel, que ya tenía otro 5%. El resto de las acciones queda repartido, después de esta operación, de la siguiente forma: Robert Maxwell, un 10%; Caja de Ahorros de Vitoria, un 12%; grupo de empresarios vascos Noara, un 10%; Compañía Luxemburguesa de Teledifusión (CTL), un 5%; el resto se queda prácticamente en manos de la empresa Oris Film, de Enrique Talarewitz.
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