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Condena

Rosa Montero

Marciano Delgado, un cocinero en paro de 40 años de edad, ha sido condenado a ocho meses de cárcel por haber dicho "hijo de puta". Un castigo que se me antoja exorbitante en un país en donde estamos masticando palabrotas todo el dia. Claro que, al parecer, Marciano dedicó su trueno verbal a nuestro Rey. Pobre Marciano: sucedió que estaba paseando su ociosidad de desempleado cuando se topó con un desfile militar en la Cibeles. Los fastos y la pompa de la cosa debieron excitar algún rincón secreto de su bulbo raquídeo, que es un órgano especialmente sensible en los parados. Así es que el hombre despotricó un poquito. Contra el Gobierno, contra el Rey. Lo normal, en fin, en estos casos.Pues bien, lo metieron en prisión, y ahora le condenan a ocho meses. La sentencia recoge que la frase no tuvo, como es natural, eco ni trascendencia entre los presentes. Pero aun así, le atizan. Se diría que en nuestro país se está criando un excesivo afán sobreprotector hacia los Reyes. Hay periodistas, prebostes y magistrados tan embargados de celo real que el ambiente se está poniendo perdido de pleitesías y condenas judiciales. Una pena.

De tanto apretar las tuercas del poder, y a fuer de ser pelmazos, los mandamases de la Iglesia consiguieron hacer de España el país católico más ateo del orbe cristiano. Por el contrario, nuestra reciente democracia ha creado el milagro de convertirnos en el país republicano más monárquico del mundo. No creo que a los Reyes les interese un frenesí de vasallaje que a la larga puede deteriorar su imagen del mismo modo que se deterioró la de la Iglesia.

La condena de Marciano no evitará exabruptos similares: como mucho, conseguirá que se piensen y que, por puro terror, no se formulen. Lo cual es más que triste. Y mientras tanto, nuestro pobre parado lleva seis meses en la cárcel por el simple delito de exasperarse demasiado fogosamente ante su sino. Si hubiera sabido que por semejante nimiedad iba a verse entre rejas, seguramente hubiera dicho (o hecho) cosas más graves.

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