Toreros con cartel en Madrid debutan en la feria
La terna de la corrida de hoy la componen diestros que gozan de un buen cartel entre la afición madrileña, ante la que han actuado ya este año y en numerosas ocasiones a lo largo de sus respectivas carreras. José Antonio Campuzano, Pepín Jiménez y Emilio Oliva, que lidiarán toros de Benítez Cubero, debutan en la actual feria, en la que todavía les queda a cada uno de ellos otra oportunidad. Los tres coinciden en que llegan con menos festejos toreados de los que creen merecer y aseguran que buscarán un nuevo triunfo en la plaza de las Ventas para remontar vuelo.
Campuzano, triunfador en la pasada edición de la feria con los toros de Victorino, ante los que consiguió salir por la puerta grande, no considera injusto venir sólamente dos tardes: "Ya sé que la mayoría de las figuras harán tres paseíllos, mi también me los ofrecieron, pero una de las divisas a que debía enfrentarme no me gustaba y preferí venir una vez antes de empezar la feria y dos en ésta, pero con divisas de mi agrado".Para empezar matará toros de Benítez Cubero, con los que ha logrado muchos éxitos, aunque en la pasada feria de Sevilla, donde también los mató, no dieron buen juego. El mayor de los Campuzano se muestra muy contento con su nuevo apoderado, Antonio Ordóñez: "Está haciendo las cosas bien, pero yo debo ayudarle desde el ruedo".
Pepín Jiménez también se encuentra satisfecho del trato de la empresa de Madrid en esta feria: "Mis buenas actuaciones aquí otros años deben haber influído". No obstante reconoce que el hecho de que su apoderado pertenezca a la casa Chopera también le ha ayudado.
El lorquino ha apuntado en Madrid muchos detalles de buen gusto, pero nunca ha redondeado un triunfo rotundo. "Nunca he salido a hombros", admite, "pero mis maneras de torear, con empaque y buen gusto, no se pueden aplicar a todos los toros". Jiménez se confiesa más decidido que nunca a alcanzar ese éxito grande porque lo necesita para sumar muchos contratos: "Esta vez pienso apuntar... y disparar".
Emilio Oliva comenta con gracia que la herencia determinó que fuera un diestro apreciado en Las Ventas: "No sería hijo de mi padre, tan querido aquí en su época, si no lo hubiera logrado". Considera que la espada le ha impedido también obtener un éxito de escándalo en varias ocasiones y menciona su triste marca mundial de descabellos, "35 fueron, 35, dignos del libro Guinnes de los récords", dice, con los que malogró una gran faena en 1986.
El de Chiclana, nacido circunstancialmente en Madrid, asegura que guarda una agradable sorpresa para la afición de Las Ventas: "Van a ver a un torero mucho más relajado y reposado".
Babelia
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