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Entrevista:

Poszgay: "Nos acercamos a la socialdemocracia"

El presidente del Frente Patriótico de Hungría afirma que los países socialistas han tocado techo

Imre Poszgay, presidente del Frente Patriótico Popular -organismo que aglutina las principales asociaciones políticas, religiosas, sindicales y sociales de Hungría-, es el interlocutor político más codiciado del país. Su popularidad aumenta sin cesar. Siendo ministro de Cultura abandonó el Gobierno por enfrentamientos con el sector más tradicionalista del partido comunista. Días antes de la Conferencia Nacional del Partido Socialista Obrero Húngaro (PSOH) recibió a un enviado de EL PAÍS. "Nos estamos acercando a la socialdemocracia", no duda en contestar al referirse a las diferencias entre esa corriente de pensamiento y la imperante en, el bloque oriental.

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Sus tesis sobre la renovación del socialismo son las más osadas y vanguardistas del este de Europa. Con ellas se ha ganado el odio de los sectores más inmovilistas y el apoyo y respeto de los reformistas e intelectuales.Pregunta. La expectación y la inquietud ante la Conferencia Nacional son enormes en toda Hungría. ¿Qué espera Poszgay de esta conferencia?

Respuesta. Yo también percibo la gigantesca expectación. Tenemos que lograr que comience de una vez la estabilización y un despliegue político y económico, que es lo que espera la opinión pública. No está injustificada la expectación, aunque quizá sea exagerada. El cambio debe comenzar ya. En la conferencia espero una apertura, un giro en la forma en que el partido entiende su papel. Tenemos que abrir el camino al socialismo pluralista, y este proceso debe comenzar en el partido. Con una nueva valoración del concepto de unidad del partido debemos aceptar la realidad de las diversas tendencias y el respeto a las opiniones minoritarias. Hay que poner fin al partido puramente vanguardista y de cuadros, hacer un partido popular. Hay que revisar la relación del partido con el Estado y con la sociedad. El partido tiene que convertirse de nuevo en un movimiento, abandonar su posición como partido del Estado y reencontrar el contacto con sus militantes. Hay que reforzar la autonomía de las organizaciones verticales, y debemos reaccionar a las iniciativas autónomas de la sociedad.

Socialismo pluralista

P. Usted ha hablado de socialismo pluralista. Está prevista la elaboración en Hungría de una nueva ley de asociaciones. ¿Es un paso hacia el pluralismo parlamentario con oposición y partidos que disputen el poder al comunista?

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R. No quiero hacer pronósticos, pero no lo excluyo. Dos leyes de enorme importancia están ya en marcha. La ley de Asociaciones y la ley de Sociedades. La de sociedades liberalizará las relaciones de propiedad y se logrará un marco para el movimiento de capital. Es una base para la autonomía individual. En la propiedad privada su repercusión es evidente, y en la propiedad colectiva de grupos hará posible las representaciones de intereses.

Por otro lado, la ley de Asociaciones, que supera el ámbito privado, libera al ciudadano de la subordinación al Estado y le posibilita asociarse con otros, con los derechos estipulados legalmente, siempre que respete la Constitución. Puedo anunciar que la conferencia va a aprobar la elaboración de estas dos leyes.

P. ¿No va a ser de nuevo el papel dirigente del partido,una barrera infranqueable para estas reformas? ¿Cree posibles las refbrmas si no se producen estos cambios hacia el pluralismo?

R. Empezaré por el final. Si no hacemos una profunda reforma política y social, la reforma económica no tendrá efecto alguno. La economía tiene el lastre de fuertes inercias, que impedirían su desarrollo; se mantendría la ilusión de que no existen conflictos y éstos no serían afrontados y solucionados. Hay que replantearse el papel dirigente del partido. El partido tiene que compartir los poderes con el Estado, y éste debe tener la clásica división de poderes: legislativo, gubemamental y judicial. El partido tiene que autolimitarse. Tiene que aplicar consecuentemente la prenúsa de que su poder se limita a su organización y a sus militantes, y su influencia debe ser la que sus militantes tengan en la sociedad. Hay que valorar de forma radicalmente diferente el papel en la sociedad de los no militantes. Yo esto ya lo dije en el 132 Congreso de PSOH hace años. Entonce no me entendió nadie. Hoy ya está en los documentos del partido.

P. Hungría ha sido pionera en las reformas internas del socialismo. La situación, pese a ello, es muy mala. ¿Qúe errores se cometieron, quiénes son los responsables?

R. La labor de pionero es muy difícil, y sus consecuencias pueden ser graves. Los mayores errores estaban en las instituciones políticas. Como pionera, Hungría ha podido demostrarlo antes que nadie. Nuestras iniciativas chocaron con estas barreras antes que en otros países. Está claro, sin embargo, que es un error común, ya que todos los países socialistas están topando con esas barreras. Aquí muchos piensan que la crisis se debe a la gran deuda exterior. Pero ésta es sólo un síntoma. Los países socialistas han alcanzado ya los límites de su capacidad.

Cuando un sistema comete fallos, la dirección debe asumir la responsabilidad. Pero el mayor problema ha sido la estructura. No se puede personificar. En está estructura se entremezclan responsabilidades varias. Hay que salir de fa irresponsabilidad organizada.

Resistencias

P. Las tensiones sociales crecen en Hungría. ¿Teme que las resistencias al cambio no se formen sólo en los cuadros del partido y la Administración, sino también en la población.

R. Estas resistencias existen. Gran parte de la sociedad no cree ya en las reformas. Existe un tópico popular que asocia reforma con crisis. Yo creo que la crisis se debe a la falta de reformas. Además, hemos practicado una fraseología reformista continua. Lo que es una mera racionalización se califica inmediatamente de reforma. Muchos asocian enseguida reformas con inflación, caída de la capacidad adquisitiva, desempleo. Se viven los efectos de la falta de reformas como si fueran la reforma en sí.

P. Mucho se ha hablado últimamente sobre la necesidad de que se retire la vieja guardia con el secretario general Janos Kadar a la cabeza. ¿Estamos en vísperas del fin de la era de Kadar?

R. La era de Kadar no es idéntica con la persona de Kadar. La era de Kadar es la ruptura con el estalinismo, la conversión de la opinión pública en factor político, el fin de las amenazas a las libertades individuales y la vigencia, la legalidad, la apertura de un camino propio y soberano en la construcción del socialismo. Estos principios no concluyen con la retirada de Kadar. En su carrera hay momentos altos y bajos. La situación actual no ha sido provocada por él, pero la opinión pública sí le pide responsabilidades, y es lógico. Yo creo que la labor política de Kadar es básicamente correcta, y también cuando se retire quedará como una gran perssonalidad de nuestra historia.

Miedo al fracaso

P. Los países socialistas están en pleno movimiento de reforma, y esto está creando graves problemas en la URRS, en Polonia o en la República Democrática Alemana. ¿Teme un fracaso del movimiento reformista?

R. Por supuesto tenemos miedo al fracaso, pero también esperanzas en el éxito. Las reformas tienen que vencer enormes resistencias. Lo más peligroso no son los enemigos conscientes de la reforma, sino la inmensa inercia. Los elementos del estancamiento son ya estructurales; mover todo esto es una tarea muy dificil. Una gran dificultad radica en que las reformas sólo pueden realizarse en condiciones de estabilidad. No sólo Europa oriental tiene interés en que se mantenga esta estabilidad, sino todo el mundo, ya que es imprescindible para la continuación del proceso de distensión. Creo que el mayor riesgo de desestabilización es un nuevo estancanúento.

P. ¿Cual debería ser la postura de Occidente hacia estas reformas?

R. Yo supongo que los intereses de Occidente se centran en una continuación de la distensión y el proceso de desarme. Por ello creo que Occidente debe tener interés en apoyar el movimiento de reformas en el Este. Para ello deberá abandonar prejuicios ideológicos, a la vista de que la Unión Soviética ha abandonado ya muchos. La URSS tiene graves problemas internos, y ha abandonado por ello la ambición a un papel histórico mundial. La prioridad absoluta es la supervivencia de la humanidad y no la extensión revolucionaria. Esto es un importante giro estratégico e ideológico, y Occidente debería reaccionar. El socialismo reformado sólo puede ser un factor de estabilidad internacional.

P. ¿Dónde están las diferencias entre el socialismo que propugna Poszgay y la socialdemocracia en un país occidental?

R. La diferencia está en que partimos de un Estado socialista y ellos de un capitalismo de bienestar. Las diferencias ideológicas son menores, nos hemos acercado a la socialdemocracia, los valores teóricos y la experiencia de la socialdemocracia son tan grandes que tenemos que ver cómo enriquecemos con ello.

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