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Sienes blancas y un enemigo: el comunismo

Los socialistas de la SUCEE sueñan con la vuelta de la democracia a sus países

Un grupo de venerables socialistas, todos ellos exiliados de países del este de Europa, se hallaba entre los asistentes habituales a las reuniones de la Internacional Socialista, que el jueves pasado clausuró en Madrid su último consejo. Se identificaban como miembros de la Unión Socialista del Centro y Este de Europa (SUCEE) y tienen en común, además de las sienes completamente blancas, un enemigo: el comunismo.

Sus situaciones son muy distintas: los que proceden de los países como Polonia, Hungría o Bulgaria persiguen la implantación de un régimen democrático; pero los de Lituania, Estonia y Letonia se consideran víctimas de la historia y reclaman la independencia para sus tierras, perdida tras la II Guerra Mundial.Johannes Mihkelson, representante del Partido Socialista de Estonia, huyó de su país en una barcaza. "Acababan de retirarse los nazis que habían ocupado nuestra tierra y estaba a punto de volver el Ejército Rojo; a la vista de las deportaciones de las que en épocas pasadas nuestra gente había sido objeto por parte de los soviéticos, decidí escapar con mi familia: éramos 198 en una barca con un cupo teórico de 30 personas a la merced de los ataques de la aviación rusa y de los torpedos de los alemanes".

Jonas Valaitis, 65 años, lituano también, emprendió la huida en 1944, ante el inminente regreso de los soviéticos a las posiciones; de las que se retiraban los alemanes.

Junto a su familia, Valaitis salió desde la finca que su abuela tenía en el campo, en las proximidades de la frontera con Alemania, en una carroza de caballos: "Sí, aquello fue una situación curiosa, nosotros corriendo entre los dos fuegos", recuerda Jonas, que ahora vive en Nueva York, donde trabaja como físico.

Víctimas de la historia

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La marcha de Tadeusz Prokopowicz de su país, Polonia, es más reciente. "Él es un pipiolo", bromea Jonas, al indicar los 41 años de su colega, que trabaja como periodista en Londres.

Tadeusz era jefe en su ciudad del partido socialista y por ello, afirma, fue castigado con el envío a un campo de trabajos forzados próximo a la frontera iraní. Logró escapar cuando estaban a punto de trasladarle a Siberia.

Todos los miembros del SUCEE se consideran víctimas de un tramo de historia en el que "las grandes potencias se repartieron el mundo sin atender a los deseos de los pueblos afectados por sus decisiones".

Además se consideran los guardianes de la esencia del socialismo en los países que ahora "se hallan bajo la bota de Moscú". `El calificativo de socialismo que los regímenes como el polaco o el rumano se dan a sí mismos es sólo una careta", afirma Tadeusz, al añadir que la confusión que ello crea es la razón de que muchos partidos socialistas, como el PSOE, no den el respaldo que correspondería de su parte a la causa de los trabajadores polacos.

Los miembros del SUCEE también recuerdan los tiempos difíciles en que, tras perder con el acuerdo de Yalta su condición de representantes nacionales, algunos partidos socialistas "propensos a Moscú" intentaron eliminarlos de la IS. "Han pasado muchos años, pero en lugar de caer en el olvido ahora hemos vuelto a surgir de nuestras cenizas gracias al proceso reformista introducido por Mijail Gorbachov en la URSS", explica Mihkelson.

Sobre este punto todos concuerdan en que su actitud es de "escepticismo optimista". Es decir, no se atreven a apostar por cuáles serán los resultados. Los más duros, como Valaitis, incluso dudan de la sinceridad de Gorbachov. "Es una maniobra a la que se ha visto obligado por el desastre económico en el que se halla la URSS", afirma Valaitis. "Pero no cabe duda de que es un instrumento que nosotros podemos utilizar a nuestro favor", añade. Su objetivo, como el de los demás representantes de lo que fueron las repúblicas bálticas, es lograr un día la independencia de su tierra.

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