Vigilancia Policial indiscriminada
Situemos la escena: un día cualquiera, una hora cualquiera, un lugar cualquiera en España. La acción es conocida por todos o casi todos nosotros, especialmente por los jóvenes. Camino por la calle cuando un coche de la policía se detiene bruscamente y uno de sus ocupantes me pide la documentación. Desafortunadamente, ya estoy acostumbrado a tal suceso, y, por tanto, llevo mi número encima. Le pregunto que por qué me la pide, me responde con un agresivo "Porque sí", al cual respondo preguntándole de qué soy sospechoso. El policía se pone muy nervioso (más incluso que yo), y me dice que no tiene que darme ninguna explicación, acompañando esta idea con miradas y palabras cada vez más insultantes. Le digo que dudo que él tenga derecho a pedirmePasa a la página siguiente
Vigilancia Policial indiscriminada
Viene de la página anteriorla documentación así como así, a menos que tenga sospechas concretas, y añado que si él tiene ese derecho, igualmente tengo yo el derecho a saber la razón de su proceder. Me dice, entre otras cosas, que si no se lo muestro me llevará a la comisaría. Cedo: no quiero perder más tiempo. Tras las comprobaciones computeriles me devuelve el carné y yo le digo que protestaré. Me mira igual que podría mirar a un marciano recién llegado. En su cabeza no cabe la idea de que yo tenga derecho a exigir una explicación, y, menos aún, a protestar. La situación que describo me ha sucedido en más ocasiones, y que conste que mi aspecto no es de marciano.
No tengo nada en contra de la policía como tal, pero no quiero para mí la tensión que el trato vejatorio con que nos obsequia en ocasiones acarrea. El mal radica en nuestra educación, que nos impide ver algunos de nuestros derechos, proporcionándonos a cambio el deber de llevar un número encima. Un suceso tal nunca podría haber tenido lugar en otros países no lejanos. A mí me ha sucedido hace menos de una hora.- ,
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