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La coalición de Gobierno logra con apuros la mayoría en las elecciones de Dinamarca

Sólo el ultraderechista Partido del Progreso (PP), que casi dobla su número de votos y escaños, puede hablar con propiedad de triunfo tras las elecciones legislativas de ayer en Dinamarca. La oposición de izquierda perdió seis escaños, las cuatro formaciones de la actual coalición conservaron a duras penas todos los suyos y los radicales cedieron uno. El actual primer ministro, el conservador Poul Schlüter, se mantendrá muy probablemente en el cargo, pese a que su propio partido perdió tres diputados. Sin embargo, el Folketing (Parlamento) seguirá dominado por las formaciones que votaron el pasado 14 de abra una resolución que, según el Gobierno, comprometía la plena pertenencia de país escandinavo a la OTAN.

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La confusa perfección

La pasada madrugada, apenas terminó el recuento de los votos, Schlüter se comprometió a buscar una base sólida para su Gobierno que le permita hacer con sosiego su trabajo en los próximos años, y acabando con una inestabilidad crónica. Pero es difícil no evocar el fantasma de unas nuevas elecciones a corto plazo, a pesar de que las anteriores hace apenas ocho meses que se celebraron.El primer ministro tendrá que negociar forzosamente con los radicales-liberales, que lidera su rival en largas partidas de bridge Niels Helveg-Petersen, y que en los últimos seis años le han creado grandes quebraderos de cabeza, al votar casi sistemáticamente con la oposición de izquierda y contra el Gobierno en cuestiones clave de política exterior y de defensa.

Por la derecha, las urnas le han colocado a Schlüter un monstruo con el que no querría tener que tratar pero al que tampoco puede ignorar por completo. El ultraderechista Partido del Progreso ha conseguido el 9% de los votos y 16 escaños, siete más de los que tenía. Su principal portavoz, Pia Kjaersgaard, se apresuró a manifestar anoche que Schlüter es el primer ministro natural e insinuó que le seguirá prestando su apoyo exterior. No obstante, hizo notar que tendría que contarse con su grupo a la hora de desarrollar la política económica, especialmente en leyes tan vitales como la del presupuesto, sistemáticamente combatido por esta formación que, además de odiar a los extranjeros, odia los impuestos y exige el desmantelamiento del sector público.

En total, los cuatro partidos del Gobierno conservan los 70 escaños que lograron el 8 de septiembre de 1987. Los conservadores pierden tres (19,3% de los votos y 35 diputados), los mismos que ganan sus socios liberales (11,8% y 22), mientras que los centro-demócratas (4,7% y 9) y los cristiano-populares. (2% y 4) mantienen sus posiciones.

En la izquierda los socialdemócratas ganan medio punto y un escaño (29,8% y 55), pero sus aliados naturales del Partido Socialista Popular pierden un punto y medio y tres diputados (13% y 24). El impropiamente llamado bloque rojo queda también tocado del ala por el descenso del Rumbo Común, izquierdista y xenófobo, una extraña combinación que tal vez no sea ajena a que haya perdido sus cuatro diputados, al quedar por debajo del límite del 2% necesario para obtener representación en el Folketing.

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Finalmente, los radicales-liberales experimentan un ligero retroceso de poco más de medio punto hasta quedarse en el 5,6%, y pierden uno de los 11 escaños que tenían, lo que sin duda alguna debilitará su posición negociadora. Helveg-Petersen se había ofrecido para encabezar las conversaciones destinadas a formar gobierno, junto a Schlüter y el líder socialdemócrata, Svend Auken.

Evitar otra elección

Uno de los principales objetivos del líder radical, según declaró la pasada madrugada, será evitar una nueva elección a corto término pero la única forma de lograrlo sería un acuerdo con el trébol de cuatro hojas (la coalición de gobierno), ya sea entrando a formar parte del propio gabinete, o más probablemente, desde fuera.El acuerdo sin embargo no parece demasiado fácil, si se tiene en cuenta que Helveg-petersen declaró también que hay que. seguir potenciando la política danesa de no admitir armas nucleares en su territorio en tiempo de paz. Schlüter confía en el "sentido común" de su amigo.

Los resultados anteriores corresponden a los 175 diputados que se eligieron en la Dinamarca europea. Además, los groenlandeses y los habitantes de las islas Feroe eligieron a otros cuatro representantes en el Folketing que se esperaba que, como de costumbre, se distribuyeran a partes iguales entre la izquierda y la derecha.

Resultado poco claro

El primer ministro disolvió el Folketing cuando una mayoría de diputados en la que se incluían los radicales votó el 14 de abril una resolución socialdemácrata que exigía que se notificase a los barcos de guerra que recalen en puertos de Dinamarca que es política oficial de este país no admitir armas atómicas en su suelo, incluídos los puertos. Schlüter puso el grito en el cielo, al considerar que con eso se comprometía la "plena pertenencia" del país escandinavo a la Alianza. Algunos de aliados atlánticos, sobre todo Estados Unidos y el Reino Unido, jalearon al primer ministro y lanzaron el mensaje de que si se intentaba poner en práctica la medida se lesionaría la propia cohesión de la OTAN y se comprometería la defensa de Dinamarca en el futuro. Durante la campaña, los socialdemócratas se mostraron tan atlantistas como el que más, conscientes de que la mayoría de los daneses quiere seguir en la OTAN. El resultado de los comicios no ha sido tan claro como hubiera deseado Schlüter, ya que si bien es cierto que los atlantistas a ultranza han mejorado sus posiciones, también lo es que los partidos que votaron la resolución del 14 de abril siguen teniendo una ligera mayoría en el Folketing. En esto, como en tantas otras cosas, son los radicales los que tienen en sus manos la posibilidad de cambiar drásticamente la situación.

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