Juan Pablo II descalifica. la `teología de la liberación' ante los obispos bolivianos
Juan Pablo II abordó ayer ante los obispos bolivianos el tema de la teología de la liberación e insistió en la "peligrosidad de las desviaciones". Según el Papa, "una reflexión teológica que distorsiona la palabra, inspirada con arbitrarios reduccionismos, no puede ser aceptada por la Iglesia". Por la mañana ofició en La Paz la misa a mayor altura celebrada basta ahora por un papa en toda la historia. La ceremonia tuvo lugar, ante 300.000 personas, en la explanada contigua al aeropuerto de la capital boliviana, a 4.200 metros de altura.
Desde su llegada -la tarde del lunes-, un equipo médico provisto de un sistema de reanimación cardiaca estuvo preparado para asistir al Papa, a su séquito y a los periodistas que le acompañan, en caso Beque la altura y el frío hubiesen podido crearles problemas de corazón. El papa Wojtyla resistió bien la prueba, y tan sólo fue víctima de un gran cansancio la misma tarde de su llegada, lo que le obligó a un descanso no previsto, que provocó el aplazamiento por una horade la reunión nocturna con los obispos bolivianos en la nunciatura apostólica de La Paz. Los médicos dijeron que el Papa tomó, lo mismo que los miembros de su séquito, té de coca para aliviar los efectos de la altura.Juan Pablo II se asomó ayer a las 7.30 a la ventana de su habitación para agradecerlas canciones de bienvenida que le dedicaban los cientos de niños que se habían reunido con sus madres bajo la puerta de la nunciatura.
El Papa apenas si podía verlos porque un sol vivísimo le golpeaba la cara, obligándole a cerrar casi los ojos, pero lo que sí pudo oír fue a otro grupo de niños que desde lejos, bloqueado por la policía, no había podido acercarse, y gritaban: "También nosotros queremos ver al Papa". Con uno de sus característicos gestos sorpresa, Juan Pablo II, ante el desconcierto de la Policía Nacional, que no sabía qué hacer, salió a la calle y se mezcló con los niños y sus madres, creándose un alboroto de felicidad increíble.
Pese a la efervescencia creada por la visita, el tema central es la preocupación de que el Papa no se Vaya sin conocer la situación real y dramática de este país. Se lo han dicho los obispos; las centrales sindicales, que le están preparando un documento, y los grupos de la oposición. Todos, hasta el octogenario presidente de la República, Víctor Paz Estenssoro.
La Iglesia y la oposición achacan el drama actual de Bolivia a la política económica del presidente, pero éste le dijo al Papa que los culpables son otros. La culpa de las "amargas pruebas" que están afligiendo a Bolivia, y que podrían conducirla a "un marasmo de desesperanza", hay que buscarla, le dijo el presidente al Papa, "en los factores emergentes de orden exógeno; en los que estrangulan nuestros esfuerzos; en la deuda exterior, que ha perdido toda categoría ética; en el impacto depresivo de una crisis económica generalizada; en el resultado de una violenta agresión contra el país".
A todos, el Papa respondió con su discurso a los obispos, a puertas cerradas, en la nunciatura de La Paz, afirmando que "es siempre reprobable el recurso a la violencia y al odio como medio para conseguir una meta de pri:tendida justicia". Les recordó que "es justa el ansia de querer liberarse de todo yugo y esclavitud" que se ha concentrado en América Latina, pero añadió: "No podemos, sin embargo, confinar al hombre en espacios de sola liberación material".
Y abordando directamente con los abiertos obispos bolivianos el tema espinoso de la teología de la liberación, nacida en este
continente, el papa Wojtyla volvió a insistir en su tesis de "la peligrosidad de las desviaciones" de dicha teología, cuando ésta no es, dijo el Papa, "sana y totalmente evangélica", ya que, añadió, "una reflexión teológica que distorsiona la palabra, inspirada con arbitrarios reduccionismos, no puede ser aceptada por la Iglesia". Lo cual no quiere decir, concluyó el Papa polaco, "que los pastores deban callar ante innegables situaciones de injusticia, ya que la Iglesia", añadió, "tiene en el campo social una función profética, a la que pertenece la denuncia de los males y de las injusticias".
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