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El afán de lucro causó el síndrome tóxico, según el fiscal

, El "afan desmesurado de lucro a costa de la salud humana" fue lo que provocó el envenenamiento como síndrome tóxico, que en la primavera de 1981 causó más de 600 muertos y 25.000 afectados, afirmó ayer el fiscal Eduardo Fangairiño en la exposición de su informe final. El juicio de la colza entró ayer en su última fase cm la calificación jurídica que los hechos ocurridos mere

cen a los defensores. Todos ellos pidieron la absolución para sus defendidos, a excepción del letrado de Ramón Navarro, quien solicita una pena de en año de prisión por delito de estafa.Las modificaciones de los abogados de la defensa no fueron importantes, salvo las del defensor de Ramón Alabart, Jesús Castrillo, al que se han adherido otros letrados, que afirma que el envenenamiento masivo fue intencionado, en lugar de accidental, para encubrir un accidente de guerra química supuestamente ocurrido a finales de 1980 en la base militar de Torrejón de Ardoz.

La intervención del fiscal, que mantuvo su acusación por delitos contra la salud pública con resultado de homicidios, lesiones, estafas y falsedades, y pide penas que suman más de 60.000 años para los ocho principales procesados, fue exhaustiva. Examinó los circuitos del aceite, las conductas de todos los acusados y los informes periciales, que concluyeron, de forma casi unánime, que el aceite de colza desnaturalizado fue el origen del envenenamiento. El fiscal sentenció: "Sin Regar a caer en una interpretación excesivamente determinista o marxista de. las relaciones humanas en el sentido de que

precio lo rija todo, desde luego, en este caso, ¡vive Dios!, que la economía ha motivado la intoxicación, y que esa diferencia abismal de precios y ese afán desmesurado de lucro a costa de la salud humana ha sido el determinante de esa tremenda intoxicación".

La abismal diferencia de precios a que el fiscal se refiere se obtuvo de la siguiente forma: Juan Miguel Bengoechea (RAPSA) reconoció ante Ramón Ferrero (Raelca) que enviaba aceite a Cataluña, precisamente donde Ferrero adquiría su aceite de colza refinado de Ramón Alabart a 94 pesetas por kilo. Ferrero propuso a Bengoechea que le vendiera el aceite sin refinar directamente, y acordaron un precio de 72 pesetas por kilo, cuando en ese momento, en España, el aceite de colza costaba 82 pesetas el kilo.

Fungairiño atacó la supuesta ignorancia de los aceiteros señalando que todos estaban al corriente de lo que se hacía. Bengoechea dijo en el juicio que no sabía que Ferrero se dedicaba a comercializar aceites comestibles. El fiscal considera que eso es imposible, pues en la visita que el empresario donostiarra realizó a Raelca pudo comprobar que la empresa de Alcorcón no era Ensidesa y consumía tres veces más aceite industrial que esa entidad, lo que debía convertirla en la primera planta siderometalúrgica española, además de que en Raelca había un letrero muy grande que anunciaba "almacén de aceites comestibles y envasados".

Agregó que Ferrero también conocía que compraba aceite industrial, porque así figuraba en los albaranes de RAPSA y porque en el sumario figura que Ramón amenazó a los Bengoechea con decir que le habían engañado, lo que, a su entender, implica que estaba al corriente de la verdadera naturaleza del aceite.

Refinación catalana

Respecto a Salomé, el fiscal indicó que nunca se había dedicado al aceite de colza, y que, de pronto, en noviembre de 1980 empezó a recibir 400 toneladas de aceite de colza desnaturalizado, cantidad muy superior a la recibida por todas las acerías españolas en 1979 y 1980. Añadió` que estos datos se han sabido por los transportistas, porque Salomó no ha podido aportar ni un solo papel que justifique sus compraventas a las supuestas industrias.

El fiscal aseguró que ha habido afectados en Cataluña, aunque no muertos. La diferencia sobre el resultado letal entre Cataluña y el resto de España reside en la refinación, que en Cataluña se hizo mucho mejor, aunque los aceiteros no la han querido explicar en el juicio. (Se trata de un tratamiento con ácido clorhídrico).

El fiscal señaló que la conclusión del epidemiólogo inglés sir Richard Doll, propuesto como perito por la defensa, y que determina que el aceite adulterado fue la causa del síndrome, debiera figurar en el frontispicio de la sentencia.

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