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ELECCIONES AUTONÓMICAS EN CATALUÑA

"Un país pequeño al que nadie le ha regalado nada"

Enric Company

, En la presentación del libro que recoge su ideario, el pasado mes de abril, Jordi Pujol reiteró que su nacionalismo tiene una voluntad globalizadora, una pretensión de expresar la totalidad de matices de la nación y de ser aceptable para la totalidad de los nacionales. Esa voluntad, dijo, está muy bien sintetizada en el eslogan Som sis milions, que preside las campañas publicitarias de la Generalitat y en el que se subraya la idea de la unidad de los seis millones de catalanes.

Cuando a Luis Bassat, asesor de imagen de la Presidencia de la Generalitat y creador del Som sis milions, se le formula la misma pregunta que a los politólogos, la respuesta es categórica: "Lo más destacado del mensaje de Pujol es la prioridad absoluta que otorga a Cataluña, entendida como globalidad". ¿Y después? "Después de Cataluña, Europa".

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Bassat destaca también de Pujol "algo que a los publicitarios nos fascina, por inclinación profesional: su capacidad de comunicarse con el electorado, que es absolutamente brutal". Pujol lleva años repitiendo en mil versiones distintas un discurso que ha resultado inatacable para sus rivales políticos. En él se describe a Cataluña como un país pequeño, con voluntad de: mantener su identidad, que se define por su lengua, su cultura y su historia y que tiene una firme voluntad de permanecer como nación en el futuro. Esta voluntad de ser es la que ya Vicens Vives señaló como un rasgo definitorio de los catalanes.

A ello añade Pujol que a este país pequeño nadie le ha regalado nunca nada, sino que todo lo que tiene, su riqueza, es producto del esforzado trabajo de sus hombres, que son su principal activo. Todo le viene de la porfía y de la capacidad emprendedora.

La insistencia de Pujol en otorgar a la iniciativa empresarial la categoría de rasgo definitorio de Cataluña es una novedad de los últimos años, y cumple la función de guiño a la derecha tradicional. A diferencia de lo que es habitual en la derecha española, Pujol no fue explícitamente anticomunista hasta 1979. Este guiño puede llevar por exclusión a concluir que las doctrinas adversarias de la libertad de empresa, que históricamente han sido el anarquismo, el primer socialismo y el comunismo, no forman parte de la esencia del país.

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Junto a estos elementos, el pujolismo incorpora a su discurso, a partir de innumerables pretextos abundantemente servidos por la situación política, la idea de que Cataluña lucha siempre contra poderosos adversarios exteriores, cuyo empeño es precisamente impedir su consolidación como nación.

Pujol proyecta también el futuro de esa Cataluña ideal sobre una Europa que describe como una realidad existente desde Carlomagno, previa a la constitución de los Estados-nación. España aparece en este discurso como una realidad inesquivable, aceptada, sin duda, incluso imprescindible, pero lateral. La conmemoración del Milenario ha servido para que Pujol subrayara que el nacimiento de Cataluña es anterior al del Estado español y que, en consecuencia, esa realidad inmanente de Cataluña está por encima de las formas políticas en que se encuentra en cada momento histórico.

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