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ELECCIONES AUTONÓMICAS EN CATALUÑA

Un populismo nacionalista

La ideología del pujolismo no ha dejado de penetrar en la sociedad catalana en los últimos 10 años

Enric Company

"Jordi Pujol es el mejor creativo que yo podría fichar, si se pudiera". La frase es de Luis Bassat, de Bassat, Ogilvy and Mather, una de las primeras compañías de publicidad del país. Y expresa la admiración que la figura pública de Jordi Pujol suscita en amplios medios sociales. En 1977, la coalición encabezada por Pujol obtuvo el 16,8% de los votos. Ahora, los sondeos preelectorales auguran que Convergéncia i Unió (CiU) roza el 50% de sufragios populares. El propio Pujol se jacta de que su expansión electoral se produce tous azimuts, en todas direcciones. Le votan españolistas y franquistas de toda la vida, y los socialistas aseguran que hay una amplia franja electoral que en ocasiones vota socialista, y en otras, CiU. Recibe voto de electorado que fue del PSUC y, por supuesto, de Esquerra Republicana. Ha conseguido unir la herencia de Cambó y de Macià, algo que parecía la cuadratura del círculo. ¿Cuál es la ideología que reúne tan dispares apoyos?

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Consultados por separado, tres profesores universitarios de Ciencia Política dieron la misma respuesta: Pujol es un nacionalista conservador, de tendencia neoliberal moderada. También coinciden en que su estilo político es el populismo. O sea, que no parece haber novedad ni misterio en la ideología del candidato a la reelección. En el argot político catalán se le llama pujolismo, como si de un producto genuino se tratara, pero, si se examina desde una pespectiva más amplia que la de la política local, aparece con rasgos nada originales.Uno de los catedráticos, el decano de la facultad de Ciencias Políticas, Josep Maria Vallès, concretó: "Es una ideología tipo tory [apelativo con el que se designa a los miembros del Partido Conservador británico]. Propugna la libertad económica, pero arropada en la actuación del Estado. Es elitista en su concepción de la sociedad, pero, al mismo tiempo, paternalista ante los débiles. Y es mística en su afirmación nacionalista, pero muy pragmática en la política cotidiana".

Oferta moderna

Joan Subirats, también profesor universitario de Ciencia Política, añade a la citada definición general que, en su opinión, el nacionalismo de Pujol es, sobre todo, un "continente", el envoltorio en el que se presenta una determinada propuesta socioeconómica y política.Subirats sostiene que, pese a su evidente vinculación con un cierto tradicionalismo, el pujolismo es, sin embargo, una oferta política "muy moderna", del mismo tipo de la que ha llevado a la gloria electoral a François Mitterrand y Felipe González, por ejemplo: pronunciamientos político-ideológicos cada vez más genéricos, como la unidad de la república (Mitterrand), la modernidad (González), el bienestar social (Pujol), en los que las diferencias con otros partidos se trasladan al tratamiento de problemas concretos, a la aportación de soluciones. Y, sobre todo, está la capacidad de convencer al electorado de que el líder es capaz de afrontar todos los problemas, cualesquiera que sean.

Pujol se define a sí mismo como un nacionalista ante todo, desde siempre, y sin oscilaciones de ningún tipo, en una carrera política cuyo origen sitúa en sus 13 años. Esto fue lo que dijo hace un mes en un salón del hotel Ritz de Barcelona, repleto de altos cargos de la Administración autonómica y de su partido, Convergència Democrática, donde se presentaba, precisamente, un libro sobre su pensamiento político. "Soy un nacionalista, demócrata y europeísta, desde siempre", aseguró.

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En los primeros años setenta, antes del aluvión reaganista y thatcheriano, se mostraba, sin embargo, deslumbrado por el modelo socialdemócrata sueco, que es lo más progresivo que la izquierda haya aplicado jamás desde el Gobierno en Europa Occidental. Luego fue escorando, rápidamente, hacia posiciones cada vez más a la derecha. El último peldaño subido por esta escalera, en estos meses, es precisamente la crítica desde una postura aún más neoliberal a la política fiscal del ministro de Hacienda, Carlos Solchaga, a quien Pujol reclama que sea más generoso con los empresarios.

Pujol no tiene ninguna necesidad de enfatizar su condición de demócrata porque de ello se encargó ya el régimen franquista, al encarcelarlo en 1959. Su conversión en el líder casi único del nacionalismo catalán se debe tanto a su propio empeño como a que los restantes dirigentes políticos comparten su catalanismo con otras definiciones político-ideológicas: se presentan como democristianos, conservadores, liberales, republicanos, socialistas o comunistas.

Moderación

El europeísmo de Pujol es indudable, aunque, a falta de un protagonismo en la Europa de los Estados, promueve la Europa de las regiones. El presidente catalán, sin embargo, no se opone a la Europa que se está construyendo, como hacen otros nacionalistas de naciones cuyo Estado no coincide con los confines del país.Para ello tendría que adoptar un cierto radicalismo. Y ése es un riesgo que Pujol rechaza por principio. La moderación es una de las características esenciales del pujolismo, que lo hace asequible a la amplia franja social de las clases medias catalanas, de la pequeña y mediana burguesía y de los sectores de trabajadores que aspiran a la ascensión social.

Un destacado dirigente de CiU definía así, la semana pasada, la oferta del pujolismo a los sectores populares: "Lo que nosotros queremos es que la gente se gane la vida y haya bienestar".

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