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Salvador Pániker le pone música a su vida

El autor de 'Aproximación del origen' piensa, recuerda y narra en 'Segunda memoria'

Una de las páginas de Segunda memoria cuenta cómo Salvador Pániker, hombre ya maduro, viajó a la India y conoció a su hermanastro, y éste, "que nunca había visto a mi padre, que era el suyo, me iba contando a mí la historia [india] de su padre, que era el mío". Mestizo de Indio y catalana ,ingeniero y filósofo, rico con la tentación de acabar, quizá, ermitaño esta obra de Pániker recorre las últimas tres décadas de su autor y también de cierta España y lo hace, no con vocación de testimonio , sino con la de "ponerle música a mi vida". La obra fue presentada anoche en Madrid.

Pániker consiguió sobre los 30 años hacer suficiente dinero para no tener que pensar en él. Desde entonces, se ha podido dedicar más o menos a lo que quiere, con la aspiración de "llegar a ser un sabio", dice. "Quizá ya lo sea".Ventaja de hablar con Pániker es que se muestra como parece que es, y dice lo que parece que piensa. Salva en ocasiones con inteligencia una pregunta trivial, apunta lo sugerido por alguna otra para pensar sobre ello, o duda, se permite dudar y mirar con inocencia.

Segunda memoria es la continuación de Primer testamento (Seix Barral), y se mueve en planos muy definidos: la evolución del propio pensamiento; la de los sentimientos, principalmente con las mujeres que le han acompañado; una crónica de las personas que ha cruzado -muchas, de diverso tipo, casi todas famosas-; y un par de instantes de gran intensidad, que si no son novela, podrían serlo: el encuentro con su famiha india (página 184), y una. noche en que vio "el infierno en su versión más moderna: la nada" (página 90).

Ambigüedad

Pániker tiene 61 años, aunque él dice no creer en la arbitraria medida del tiempo. Sus memorias de tres décadas contienen inevitables elipsis, ausencias, como puede ser un largo silencio, del que advierte, sobre la que fue su mujer y sobre otras compañías, o el que parece deseo de incluir a todos sus amigos, que son muchos: "La coincidencia en el espacio y el tiempo es tan extraordinaria que me parece una cortesía para con ellos".Ahora bien, la memoria de Pániker parece esencialmente construida sobre la ambiguedad: la técnica del dato escondido, en la que no importa tanto lo que se dice, sino lo que se omite; lo que sugiere lo dicho. "El gran secreto es lo que sabemos y queremos expresar".

Memorialista, filósofo metafisico y orientalista (Aproximación al origen), cronista de éxito (sus libros de Conversaciones en Barcelona (1966) y Madrid (19611) anunciaron la transición), Pániker cree que, "en mis libros he buscado siempre la misma cosa. Lo que pasa es que no sé: qué cosa es".

Fundador de la editorial Kairós, que introdujo en España a "Roszak, Watts y otros teóricos de la contracultura, y también un pensamiento orienta¡ serio, Pániker apenas lee novela pero quizá su próximo libro sea una novela. (Josep Plá le dijo una vez, y él lo publicó, que quien leyera novela más allá de los 40 años era un imbécil).

En su libro escribe que al igual que Francisco Umbral, cuyo estilo admira, ambos son escritores sin género, que ambos son memorialistas. Pero desde su adolescencia Pániker se siente, como Borges, cansado de su propia identidad y aspira a la liberación del "fastidio de ser Salvador Pániker". "...el diseño ha sido penoso y a menudo torpe. Pero es mi diseño, y yo soy éste" (página 408).

Una forma de cambiar sería escribir novela, pues en ella el escritor se funde con sus personajes de ficción y pasa a ser todos. Ahora sabe que ha terminado una etapa, y se pregunta qué hará. Ha vendido incluso su casa de Ibiza, que según el libro fue muy importante, forzado a ello por un "urbanismo atroz" y las "carnes rojas" de los turistas. Dijo ayer y dice en un punto del libro que quizá se vaya a un desierto, y en otro que tal vez "se quede por aquí". Ayer, el día más duro en la vida profesional de un escritor, atender a los periodistas de uno en uno, Pániker sufría un ataque de reuma y se sentía algo melancólico.

Pero mantenía el tipo. Elegante al estilo de no hace tanto -pantalón de tweed, zapatos de ante, blazer y una preciosa corbata a juego con el pañuelo-, Pániker cita en su libro a Cela -"quejarse es una ordinariez"-, y la sospecha es que él piensa lo mismo: al fin de cuentas mantuvo la nacionalidad británica con la española hasta la normalidad política.

No hay personajes

Es por lo demás un hombre incuestionablemente refinado, aunque decirlo así suene cursi. Y no sólo por su corbata sino, sobre todo, por las muchas pinceladas de que está compuesto su libro y por observaciones que no parecen al alcance de todos: "Hemos visitado la discoteca de moda, Pachá, y me deja atónito, una vez más, la mala mezcla. La teoría es buena "because dancing kills ego" ( ... ). Pero cuánto caudal de mimetismo, cuánta heterodeter minación, cuánto rebaño fatigado antes de hora" (339).A Pániker le da cierta vergúenza, aunque también le divierte, aparecer en los periódicos. "No soy un personaje interesante pues no hay personajes interesantes". "Leyendo entrevistas que me hacen en los periódicos, contemplando mi fotografla impresa, o mi imagen televisiva, me asalta una antigua perplejidad: ¿hasta qué punto asumo yo el papel de ese personaje que llaman Salvador Pániker?" (página 374).

La razón por la que se escribe un libro es un misterio, pero en su caso ha ayudado el deseo de "ponerle música a mi vida", al convertirla en libro, obra de arte. También han ayudado la rebelión contra "la estafa del tiempo, la insoportable fugacidad de las cosas. Como filósofo no creo en el tiempo, pero para nosotros pasa... Vaya si pasa".

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