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El comisario Joel Cathala relata la recuperación de los 725 millones

El comisario Joel Cathala, director de la Policía del Aire y las Fronteras (PAF) del departamento francés de los Pirineos Atlánticos, afirmó ayer que la captura el pasado martes en Bayona de 725 millones de pesetas procedentes del rescate pagado a ETA por la liberación de Emiliano Revilla, secuestrado el 24 de febrero, fue originada por informaciones dispersas que aportaron los medios vascos en Francia, y no de la policía española como se ha informado hasta ahora.Los policías franceses se encontraban, cerca de Miramar, un palacete de Biarritz donde asistieron al primer contacto entre un miembro de ETA y los emisarios de la familia Revilla que utilizaban un Mercedes gris metalizado, el domingo 24 de abril.

En Francia se desarrollaba ese día la primera vuelta de las elecciones presidenciales, y ETA no había escogido ingenuamente esa fecha para recoger el dinero, sabiendo que una gran parte de los efectivos policiales franceses sería movilizada en otras ocupaciones.

Los policías de la PAF siguieron a tres hombres hasta Bayona, con la convicción de que la entrega del rescate se había producido el domingo a las dos de la tarde cerca de las cocinas de la clínica de la ciudad. El dinero había sido Revado por otros allegados a la familia Revilla en un Renault 4, antes de ser entregado a los miembros de ETA.

Las maletas con el rescate fueron puestas enseguida en unos sacos, situados en una furgoneta blanca que había quedado a la espera en el aparcamiento de la clínica.

En ese establecimiento trabajaba como cocinero Ignacio Aguirre Sairiz, que huyó en la operación en que fue detenido el etarra José Félix Pérez Alonso. Aguirre llegó por la tarde al lugar para tomar la furgoneta y conducirla a un lugar seguro, pero notó probablemente entonces que algo no iba bien. Por ello, la furgoneta permaneció toda la noche sobre el aparcamiento, y estaba aún allí el lunes 25 por la mañana. Pero con un matiz importante: hacia las cinco de la madrugada, la PAF había cambiado la furgoneta por otra igual y se había llevado la auténtica con el dinero. En ese momento comenzó ya a actuar la Raid, cuerpo policial de elite.

Al lugar de la furgoneta llegó más tarde Félix Pérez Alonso, pero con las desconfianzas debidas al aviso de Aguirre: en una moto y dotado de un casco, armado de un Luger en disposición de ser disparado. La policía ignoraba entonces que bajo su casco disponía de un scanner que le permitía captar la frecuencia de las comunicaciones por radio entre los agentes. Por ello, decidió escapar. La policía decide a su vez actuar, y el final es ya conocido: el etarra disparó a una agente y luego se hirió en una pierna, antes de ser detenido.

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