'Muchas ideas, pero en castellano'
"Le presento al ministro de Cultura, que habla inglés". Con estas palabras, Felipe González no sólo introducía el pasado jueves a Javier Solana al casi seguro candidato demócrata a la Casa Blanca, Michael Dukakis, sino que también hacía patente su más sobresaliente dificultad a la hora de contactar con mandatarios extranjeros: los idiomas. El desconocimiento del inglés, que González comparte con casi todos los dirigentes políticos españoles, constituye uno de los grandes obstáculos en la diplomacia viajera del presidente.Pero González, que planifica al máximo posible sus desplazamientos -en los viajes le acompaña incluso su fotógrafo oficial-, suple esta carencia con una buena preparación de los temas -"se sabe la lección", comentó el primer ministro holandés- y con la propagación de lo que en una ocasión calificó de "ideas para la humanidad": creación de una gran comunidad iberoamericana cara a 1992, inclusión de América Latina en plano de igualdad en el diálogo entre Europa y Estados Unidos, formación de un frente universal contra el terrorismo, etcétera.
El presidente del Gobierno español es hoy una figura respetada -"gracias a muchas horas de estudio en su despacho", dice Javier Solana- por sus colegas de la CE y por los dirigentes de la Internacional Socialista, que hace tiempo le propusieron suceder a Willy Brandt en la presidencia de la organización, lo que hasta ahora ha rechazado. Su opinión cuenta decisivamente a la hora de analizar los problemas latinoamericanos, y es recibido casi como un héroe popular en muchas repúblicas del centro y sur de América.
Todo ello no es excesivamente bien recibido en algunas cancillerías: "Felipe González tiende a creer que por él pasa la solución de todos los problemas del mundo", comentó con sarcasmo a este periódico un diplomático norteamericano, que compartía la irritación oficiosa en su país por iniciativas del dirigente español en temas como Centroamérica.
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