Asad y Arafat abrazan en Damasco
El presidente sirio, Hafez el Asad, recibió ayer, a menos de 24 horas de su llegada a Damasco, al líder de la Organización para la Liberación de Palestina (OLP), Yasir Arafat. La celebración de la entrevista, esperada desde el entierro, hace seis días, de Aba Yihad, había sido cuestionada hasta el último minuto por algunos observadores y representa la culminación de los esfuerzos de unidad emprendidos por la central palestina el año pasado en Argel.Anoche proseguía la entrevista, iniciada a las cinco de la tarde (las 16.00, hora peninsular española) y ninguna información había sido facilitada respecto a su contenido ni por el portavoz de la presidencia siria, Yibran Kurie, ni por fuentes palestinas. Kurie se limitó a confirmar que el reencuentro de los una vez aliados se estaba produciendo y que era "una oportunidad infrecuente que podía conducir a la restauración de relaciones calurosas entre la OLP y Siria".
"Esta entrevista significa que el problema de la representación palestina ha quedado superado por la cooperación entre Arafat y Siria, y que ahora va a ser posible la formación de una delegación árabe con junta de cara a una eventual conferencia internacional de paz", manifestó ayer a EL PAÍS Hanna Siniora, director del influyente periódico palestino Al Fayr (El Amanecer).
Pero los gestos no bastan para acabar con la desconfianza y desde dentro de la propia OLP -que buscaba con intensidad esta reconciliación surgen voces cautas. Jaled al Hasan, miembro del comité de relaciones exteriores del Consejo Nacional Palestino (CNP, Parlamento en el exilio), declaró poco antes de la entrevista que Arafat viajó a Damasco porque se le había garantizado que las autoridades sirias han retirado su condición de que la OLP rompa sus relaciones con Egipto y con los sectores progresistas israelíes. No obstante, según Al Hasan, dichos asuntos se encuentran entre los primeros de la agenda siria.
El acercamiento, justo en un momento en que la población de los territorios ocupados se encuentra más sólida que nunca en la sublevación popular contra Israel -condenado ayer indirectamente en el consejo de Seguridad de la ONU por el asesinato de Abu Yihad-, responde también a intereses particulares de ambas partes. Arafat carece de una base de operaciones cercana a Israel y Damasco, por su parte, desea controlar la OLP, por encarar el problema palestino como panárabe.
Para los dirigentes israelíes, la aparente reconciliación entre la OLP y Siria promoverá el extremismo árabe. Por su parte, Líbano teme que el acercamiento de dos lados del triángulo Líbano- Siria-Palestina se traduzca en un nuevo ciclo de violencia en ese agitado país.
Mientras tanto, en Gaza, Cisjordania y Jerusalén Este proseguía ayer el cierre comercial iniciado hace cuatro meses. Las fuerzas de seguridad isrealíes, que desde el pasado domingo intentan romper la huelga, conminaron a 25 comerciantes de la Puerta de Damasco a permanecer abiertos durante toda la jornada laboral. Estos, sin embargo, desafiaron la orden y siguieron la consigna de los dirigentes palestinos de limitar la apertura entre las dos y las cinco de la tarde, para permitir el avituallamiento de la población. Ante esta actitud, Israel ha decidido que a partir de ayer las tiendas deben cerrar de dos a siete de la tarde, para impedir los planes palestinos.
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