Tíbet, ayer y hoy
El Tíbet es una región autónoma de China con marcadas peculiaridades, tanto en lo político, económico y cultural como en su geografía y clima. El Tíbet está situado en el suroeste de nuestro país y es una bella tierra con abundantes recursos naturales. Tiene una superficie de más de 1,2 millones de kilómetros cuadrados y su altitud media supera los 4.000 metros sobre el nivel del mar. Es la altiplanicie más extensa y alta del planeta. Se la conoce con el nombre de techo del mundo.El tibetano, pueblo laborioso, inteligente y valiente, es un importante miembro de la nación china. Y ha contribuido grandemente al desarrollo de la historia y la cultura de nuestro país.
El Tíbet forma parte inseparable del territorio de China. En el siglo VII, Zongzain Gambo, jefe de la tribu local y héroe nacional tibetano, unificó el territorio y fundó el reino de Tufán, con su capital en Luosha (hoy, Lhasa). Al mismo tiempo que impulsaba el desarrollo de la sociedad de Tufán asimiló las líneas maestras de la estructura política y la cultura de la dinastía china Tang.
Zorigzain Gambo solicitó reiteradamente casarse con alguna de las princesas de la corte Tang. Y en el año 641 el emperador Tang Taizong le concedió en matrimonio a la princesa Wencheng.
Unificación
En el siglo XIII la aristocracia mongola estableció la dinastía Yuan. Realizó dentro del territorio de China una unificación sin precedente de todas las regiones y nacionalidades chinas. El poder central comenzó a ejercer la plena soberanía sobre el Tibet, estableciendo allí por primera vez instituciones administrativas, políticas y religiosas. Desde aquel entonces el sistema político y religioso del Tibet, ha venido funcionando siempre de acuerdo con la política del Gobierno central.En el pasado el Tíbet era una sociedad de esclavos bajo la dictadura de los señores feudales, en los cuales estaban fusionados el poder político y religioso. Los esclavos constituían más del 95% de la población. Estaban sometidos a arrendamientos, impuestos, usuras y trabajos forzados.
Las potencias imperialistas invadieron militarmente el Tíbet en dos ocasiones: en 1888 y 1904. Se apoyaron en las capas dominantes locales, utilizándolas como fuerzas proimperialistas con el fin de convertir, al Tíbet en su colonia.
El pueblo tibetano, junto con las demás nacionalidades de China, desplegó una lucha tenaz y prolongada contra la agresión imperialista. En 1951, cuando el Ejército Popular de Liberación había liberado todo el territorio chino excepto el Tíbet y Taiwan, la delegación del Gobierno local tibetano llegó a Beijing (Pekín). para mantener negociaciones con la delegación del Gobierno popular central y ambas partes llegaron al Acuerdo sobre las Medidas para la Liberación Pacífica del Tíbet.
El contenido principal de dicho acuerdo fue el siguiente:
1. Expulsar del Tíbet a las fuerzas agresoras imperialistas; realizar la reunificación del Tíbet con la patria; ayudar, por parte del Gobierno local tibetano, a las unidades del Ejército Popular de Liberación a entrar en el Tíbet y fortalecer la defensa nacional.
2. Implantar la autonomía regional de la nacionalidad bajo la dirección unificada del Gobierno popular central.
3. Realizar diversas reformas en el Tibet.
4. hacer realidad la unidad en el seno de la nacionalidad tibetana.
5. Aplicar la política de libertad de creencias religiosas.
6. Desarrollar gradualmente la economía y la cultura, de acuerdo con la realidad local.
Al firmar este acuerdo, el Dala¡ Lama y Bainqen Erdini enviaron telegramas al Gobierno central expresando su firme apoyo al mismo. El pueblo tibetano, en sus diversos sectores, también manifestó su cálido respaldo. Y después, el Ejército Popular de Liberación de China llegó al Tíbet, Desde su entrada en el Tíbet los cuadros de la nacionalidad han y el Ejército Popular de Liberación respetaron estrictamente los cultos religiosos, las tradiciones y costumbres del pueblo tibetano, sirviéndole de todo corazón.
En el Tíbet se construyeron seis carreteras y se puso en práctica el sistema del tratamiento médico gratuito. Con el fin de fomentar la producción agropecuaria se brindaron préstamos sin interés, se efectuó el socorro social, se establecieron escuelas primarias gratis y se abrió una línea aérea entre el Tíbet y Beijing (Pekín). Todos estos hechos fueron insólitos en la vida del Tibet.
Un puñado de reaccionarios tibetanos, que no se resignaba a retirarse de la escena desencadenó en marzo de 1959 una rebelión armada en el Tíbet. Sin embargo, el pueblo tibetano, cuya conciencia política se había elevado considerablemente, tenía capacidad de distinguir el camino luminoso del oscuro.
Una vez que el Gobierno central dio la orden de reprimir la rebelión contrarrevolucionaria y de hacer reformas, un millón de ex esclavos y ex siervos tomaron parte activamente en la lucha contra la rebelión e iniciaron con gran ímpetu una revolución. Desbarataron la tiranía de los señores feudales, en la que se integraban el poder y el religioso, y abolieron la servidumbre feudal. Las grandes masas de esclavos y siervos consiguieron por vez primera las libertades personales y los derechos democráticos. También obtuvieron tierras, aperos agrícolas y ganado; se trata de una gran revolución en la que el pueblo tibetano logró su propia emancipación.
Desde aquel entonces hasta el año 1965 se registró en el Tíbet un desarrollo relativamente acelerado en la agricultura, ganadería y artesanía. Como consecuencia, se experimenté una cierta mejoría del nivel de vida del pueblo tibetano. La población aumentó considerablemente. El pueblo tibetano identifica ese período como la época dorada.
La revolución cultural
En 1966 estalló la revolución cultural en China, que duró 10 años. El Tíbet, igual que las otras regiones del país, sufrió enormemente. Un gran número de cuadros y ciudadanos (incluyendo los han y los tibetanos) fue perseguido. La economía y la producción resultaron perjudicadas. Las actividades religiosas fueron prohibidas. La mayor parte de los monasterios y templos fue destruida. Importantes reliquias culturales se perdieron. Esta situación no varió hasta dos o tres años después de que fuera aplastada la banda de los cuatro, en 1976.Con el fin de eliminar las influencias negativas de la revolución cultural, y para acelerar el desarrollo del Tíbet, a partir de 1978 el Estado adoptó una serie de medidas especiales encaminadas a poner en práctica una correcta política con respecto a las minorías nacionales, cuyo contenido principal consiste en la igualdad, la unidad, la autonomía regional de las nacionalidades.
En el campo económico, entre 1952 y 1986, el Gobierno central concedió al Tíbet 10.000 millones de yuanes en concepto de subvenciones financieras. El Estado no cobró ni un céntimo al Tibet. Desde 1952 hasta el primer semestre de 1987 el Gobierno central invirtió 3.400 millones de yuanes en la infraestructura del Tibet.
Los préstamos asignados a los agricultores y ganaderos por parte del Estado han ido en aumento. Algunos de estos préstamos son de bajo interés o sin interés alguno. Desde 1980, en Tíbet, la agricultura y ganadería, así como las empresas de propiedad colectiva, están exentas de impuestos. Y, además, todos los años el Estado envía al Tíbet grandes cantidades de materiales para la construcción.
Desde 1980 el Estado viene llevando aplicando en el Tíbet una política especial: a condición de que las tierras, los bosques y las praderas sean de propiedad pública, se aplican diversas formas de administración basada en la explotación familiar; la compraventa de los productos agropecuarios se regula principalmente a través del mercado.
En las zonas ganaderas cada familia campesina es la que dispone de las parcelas de tierra y las autogestiona. Este sistema de administración no variará a corto plazo. En cuanto a los establecimientos industriales y comerciales, se desarrolla la economía individual y colectiva. En la apertura al exterior se aplican políticas más ventajosas que en otras regiones del país. El Tibet puede retener al 100% las divisas por ingreso de comercio exterior, mientras que las demás regiones solamente se quedan con el 25% . Y también pueden realizar comercio con países vecinos.
En el capítulo de política religiosa, la libertad de creencia de los tibetanos está asegurada. Cada ciudadano tiene la libertad de creer o no creer en cualquier religión; y dentro de una religión, tiene la libertad de pertenecer a cualquier secta. Desde 1980 el Estado ha asignado más de 27 millones de yuanes para la restauración de monasterios y templos. Actualmente hay más de 230 monasterios y templos y más de 700 centros religiosos. La cifra total de monjes y monjas supera los 14.300 y los budas vivientes son 330. Además, se ha establecido el Instituto de Budismo.
Región autónoma
En el campo político, la región autónoma del Tíbet ha realizado numerosos trabajos legislativos en los últimos años. El Tíbet tiene sus delegados, que participan en la administración del Estado.En este sentido, el máximo organismo de poder de nuestro país es la Asamblea Popular Nacional (APN). Durante la sexta legislatura de APN participan 15 diputados tibetanos.
El pueblo tibetano ejerce sus derechos autónomos y administra sus asuntos internos de acuerdo con lo establecido por la Constitución nacional, con la ley autónoma de las Regiones de Minorías Nacionales y con otras normas de la legislación existente en este campo. La Asamblea General de la Región del Tibet tiene derecho a promulgar estatutos autónomos y reglamentos regionales que corresponden a las características política, económica y cultural del Tíbet y garantiza la dirección unificada de las autoridades centrales. Por ejemplo, se estatuye que el tibetano es el principal idioma empleado en el ámbito judicial; que la proporción de los diputados de nacionalidad tibetana y de los de otras minorías nacionales a las Asambleas populares de diversos niveles no debe ser inferior al 80%, y que se reserva el derecho de los tibetanos residentes en el extranjero, para que lo ejerzan cuando retornen.
La concienzuda aplicación de la política de autonomía regional de las nacionalidades en los años recientes ha reforzado grandemente la unidad de las diversas nacionalidades en el Tíbet.
En la educación, la cultura y la sanidad también se han logrado numerosos avances.
Por último, hay que subrayarla política hacia el Dalai Lama y los compatriotas tibetanos exiliados. Consideramos que pertenecen a una misma familia. No se castiga a uno por los errores del pasado. Será bien acogido cualquiera que vuelva al país.
Nos oponemos a que el Dalai Lama realice actividades políticas en países extranjeros, porque él no es una figura simplemente religiosa, sino un exiliado dedicado a actividades políticas. Los puntos de vista del Gobierno central y su política respecto al Dalai Lama son los siguientes:
a) Fue errónea la rebelión de 1959 lanzada por algunos miembros de la capa social superior del Tíbet.
b) Daremos buena acogida al regreso del Dalai Lama y sus seguidores al país.
c) Esperamos que aporten su contribución a la defensa de la unificación de la patria y la unidad de todas las nacionalidades.
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