El fabuloso Pogorelich

Con la asistencia de su majestad la reina doña Soria se celebró el martes en el Teatro Real que aparecía abarrotado de público, el concierto extraordinario organizado por Juventudes Musicales de Madrid con el patrocinio de Heron Internacional-Fundación Sol Hachuel. Centro indiscutible de la noche era el supervirtuoso Ivo Pogorelich, uno de esos pianistas que además de interesar apasionan. Por lo demás, la Cuarta sinfonía de Schumann, en su versión primera, y la obertura de Los maestros cantores, de Wagner, que completaban el programa, han sido comentados recientemente, la primera en versión del mismo López Cobos que ía dirigió ahora y la segunda en una lectura olvidable y olvidada de un maestro invitado,Con el Primer concierto de Chaikovski, escrito en la tonalidad de si bemol menor, volvía Pogorelich al escenario del Real. Todavía no ha cumplido los 30 años este intérprete de aire melancólico y enigmático, de talento libre y planificador de tan compleja personalidad y espíritu tan rico en perspectivas espirituales, y ya hace bastante tiempo que convulsiona a los auditorios de todo el mundo. Una cosa puede afirmarse: el nombre de Pogorelich ocupa ya en la, historia del pianismo contemporáneo un capítulo importante- y singular.

Repertorio de contrastes

La hondura y fortaleza de los ataques se vio clara desde la formidable introducción de la obra, tanto en la serie de acordes con los que el piano sostiene la melodía de la orquesta como cuando el solista ataca el terna. Resulta admirable en el artista yugoslavo su :repertorio de contrastes y su, capacidad para enlazar de modo coherente secuencias diversas, a veces contrarias, que él mismo acentúa id extremar los tiempos o Ead1 prolongar las respiraciones,Suelen descuidar los pianistas, quizá empujados por el componente lírico de los pentagramas, el adjetivo que Chaikovski añadió al andantino central: semplice. Y es difícil dar con el grado justo de sencillez para hacer desde él, a la vez, un largo reposo meditativo y una concentración ideológica. En cierto modo este movimiento funde valores antagónicos; es, al mismo tiempo, clímax y relajación de todo el concierto.

Ele ahí saltó a la catarata virtuosista del allegro con fuoco; no virtuosismo sin más, poravasallador que aparezca, sino servicio virtuosístico a una sustancia musical tan característica como la de Chaikovski. Algunos pasajes amenazados y hasta heridos por la banalidad Pogorelich sabe ennoblecerlos de la mejor manera: no los hace pasar como de matute, sino que se recrea en ellos, otorgándoles la más bella línea y la más hermosa sonoridad. López Cobo y la ONE realizaron una colaboración de muy buen nivel y los 2.000 asistentes aclamaron al fabuloso Pogorelich.