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Tribuna:DEBATE SOBRE LAS TÉCNICAS DE REPRODUCCIÓN ASISTIDA
Tribuna
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La polémica de una ley

Creo que estas críticas no son justas e ignoran el esfuerzo de AP al no haberse limitado, como otros grupos de la oposición, a criticar la proposición socialista sin ofrecer ninguna solución a cambio -lo que hubiese sido sin duda mucho más cómodo y fácil-, sino esforzándose, como alternativa de gobierno que es, por ofrecer un texto completo y asumible por la plural sociedad española y que al mismo tiempo salvaguarde los valores de la vida humana y de la familia, que han sido siempre el eje de la actuación política de AP. Conviene, por cierto, recordar el hecho, habitualmente ignorado, de que con la falta absoluta de regulación actual todo está permitido en estos momentos en materia de fecundación in vitro, incluso las más aberrantes manipulaciones genéticas con fines raciales o con otras especias, por lo que cualquier regulación tiene forzosamente un carácter restrictivo y limitador, y no permisivo o habilitador, ya que es precisamente ahora cuando hay una absoluta libertad que urge limitar.El inicial enfoque diferencial entre ambas proposiciones se destaca ya en su propia exposición de motivos, pues mientras la socialista invoca tan sólo un vago "respeto a los derechos humanos y a la dignidad de los individuos y de la sociedad", en la de AP, en cambio, se invocan los mucho más concretos "valores de la vida, de la familia y de la propia dignidad humana".

Y esta declaración capital se desarrolla luego a todo lo largo del texto, que se configura así sobre principios muy diferentes a los de la proposición socialista, empezando por su propia finalidad, que, según el artículo 12 de la proposición popular, se limita tan sólo a "remediar los efectos de la esterilidad cuando otros medios resultan ineficaces", prohibiendo su utilización para otros fines distintos, en tanto que la socialista admite como fines, además de la actuación ante la esterilidad humana -sin exigir, por cierto, que sea el único medio utilizable-, la "investigación y experimentación con gametos y óvulos fecundados". De ahí también que la proposición de AP prohíba manipulaciones fuera del citado fin, rechazando la peligrosa distinción entre embriones y preembriones, prohibiendo su crioconservación y estableciendo un completo cuadro de sanciones y figuras penales, mientras que, en cambio, la proposición socialista, pasa por alto todas estas cuestiones, devaluando el carácter humano que desde su inicio tiene el óvulo fecundado y permitiendo el desistimiento de la mujer "en cualquier momento", así como el aborto en los casos legales, a lo que, ni que decir tiene, AP se sigue oponiendo de forma radical (artículos 2.3 y 5).

Lo mismo cabe decir de la protección de la familia, fundada a su vez en la protección del hijo que va a nacer, eje básico referencial de todo el proceso y cuyos derechos están por encima de los de cualquier otro interviniente, pues, como proclama el artículo 2, 1, b, de la proposición popular, "en todo momento ha de velarse especialmente por los derechos e intereses físicos, psicológicos, materiales y de todo orden de los hijos que puedan nacer del empleo de estas técnicas, desde el momento en que se proyecte el intento procreador".

Protección

Es precisamente esta protección del hijo la que lleva a AP a prohibir la inseminación de mujeres solas (artículo 2.2) o la fecundación de la viuda una vez fallecido el marido (artículo 9), por entender que el hijo proyectado debe desarrollarse en el natural ambiente familiar y debe tener siempre, como mínimo, el derecho a un padre y una madre, derecho fundamental que nadie -mucho menos aún la propia madre- puede de antemano conculcar. Por eso también AP limita al matrimonio la aplicación de estas técnicas y tan sólo admite la posibilidad de su aplicación a las "parejas estables" en supuestos absolutamente idénticos a los del matrimonio, tanto en sus relaciones internas como respecto de los hijos, y exigiendo además pruebas fehacientes de esta identidad con el fin de impedir su utilización fraudulenta, lo que convierte este criticado supuesto en algo de dificilísima realización.

La defensa de la vida y la protección de los hijos a través de la institución familiar son los ejes definitorios de la alternativa de AP sobre la fecundación in vitro, en marcado contraste con la proposición socialista, que da una clara prioridad a los derechos de la madre y trata a los gametos y embriones de forma inadecuada para su naturaleza humana.

A pesar de todo lo anterior, no se ignora que en un tema tan complejo, novedoso y delicado como el que tratamos pueden existir razones de conciencia que objeten en determinados puntos la proposición presentada, puesto que la doctrina tradicional de la Iglesia católica, profesada por la mayoría de los miembros de AP, prohíbe la utilización de cualquier medio artificial en la procreación humana, no solamente las técnicas de fecundación in vitro. Y aunque parezca lógico que esta doctrina sólo nos obligue a los católicos en nuestra vida y práctica personal y moral y no sea coactivamente imponible a toda una sociedad de plurales creencias, el Grupo Parlamentario de AP ha preferido, sin embargo, respetar estas razones de conciencia que pueden aconsejar otro sentido en el voto de determinados diputados.

En cualquier caso, no se puede ignorar el servicio prestado por el principal partido de la oposición al asumir la responsabilidad de ofertar una alternativa completa en un tema tan difícil y complejo, tanto desde un punto de vista técnico como científico y moral, cuando hubiera sido sin duda mucho más sencillo y fácil escurrir el bulto o limitarse a una vaga crítica global. Y tampoco puede negarse, sin faltar a la justicia, que esta alternativa de AP, con todas las críticas que se le puedan hacer, defiende mucho más eficazmente que la socialista el supremo valor de la vida humana, raíz y razón última de toda la vida social, así como su natural desarrollo en el seno familiar, por lo que parecería razonable que las críticas de quienes defienden estos primordiales valores se dirigieran contra el proyecto socialista, que de verdad los pone en grave peligro y que además, dada su aplastante mayoría, tiene, por desgracia, todas las probabilidades de triunfar.

Manuel Renedo Omaechevarría es portavoz adjunto del Grupo Popular.

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