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Nuria de Oro

Cuando acucian los problemas infantiles de crecimiento

Catalana, de 46 años, Nuria de Oro se rebeló ante la falta de atención médica sufrida por su hijo, iniciando así una lucha que desembocó en la creación de la asociación Crecer, y que cuenta con 2.000 socios, niños con problemas de crecimiento Abandonó el trabajo de enfermera para atender a su familia, a la que ahora resta parte de su tiempo para dedicárselo a la asociación, en la que entre otros objetivos principales figuran: "Crear el marco necesario para ayudar a los enfermos con problemas de crecimiento, su plena integración, y apoyar la investigación médica por medio de programas y tratamientos

Nuria de Oro se rebeló ante el hecho de que la falta de rentabilidad económica fuera impedimento para que se vendieran en España los medicamentos necesarios para el tratamiento de su hijo, que no crecía a un ritmo normal. "El mundo se mueve por dinero", afirma Nuria, que optó por rebelarse contra una injusticia "porque no sé aceptar las cosas tal y como son. Quizá sea demasiado utópica". Sus decisiones no obedecen a un razonamiento reposado y se reconoce mujer impulsiva y de decisiones rápidas, tan rápidas como que se casó con su novio al mes de conocerse, "sin que hubiera nada que nos obligara".Cuesta hacerle entender que no se trata de hablar de la asociación que preside, sino de ella misma. "No creo que como persona importe mucho a alguien". Detrás de su rostro duro y voz quebrada deja traslucir un fondo dulce e insiste en que "no entiendo el conformismo. Me gustaría pinchar a la gente para que conozca sus derechos y sus deberes". Su apellido, "que suena ,a artista", ha jugado un papel :importante porque es fácil de recordar. Se define como testaruda: "Lo que me propongo lo saco adelante, en la medida que me dejan. Me gusta el desafio, así que el listón me lo pongo cada vez más alto".

La asociación nació en una librería de su propiedad (que instaló pensando en el futuro de su hijo) y se embarcó porque comenzó "a conocer casos más graves que el mío y honradamente no podía decir a esta gente que se apañase. No es que tuviera muchas ganas, pero el problema de un hijo une mucho. No te comunicas igual cuando tienes un hijo enfermo", dice, mientras alterna su desmesurada afición al tabaco con caramelos de eucaliptus y atiende innumerables llamadas telefónicas.

Le molesta que se utilice como insulto la palabra enano, "hasta cuando se dice de una persona que es un enano mental. Es una minusvalía que no mueve a compasión y sí a la burla, cuando, en cambio, estas personas crecen en otro sentido, porque está comprobado que, en general, tienen un coeficiente intelectual medio-alto".

A pesar de sus 17 años en Murcia, ciudad en la que vive desde que se casó, continúa marcando las palabras con el acento de su tierra. "Me siento muy catalana", dice.

Fue en su Barcelona natal donde comenzó a rebelarse contra el orden establecido, iniciando una lucha política en el sindicato de Comisiones Obreras. Ahora se declara socialista, pero no soy del partido", afirma, aunque a los pocos segundos señala que "en realidad lo que a mí me va más es el anarquismo. Dejar que cada uno haga lo que quiera. El respeto a los demás me marca mucho, pero no defender que tú hagas lo que quieras, sino que lo hagan todos".

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