La orquesta vagabunda
El traslado de la Sinfónica de RTVE al Monumental Cinema, de Madrid, anunciado en los programas de mano de sus últimos conciertos, ha provocado fuertes y diversas reacciones, negativas en gran parte, como pudo constatarse en la bronca organizada por los asiduos del Real el pasado jueves.Tuve algo que ver con la fundación, hace más de un cuarto de siglo, de la Orquesta y Coro de Radiotelevisión. Desde el primer momento se presentaban dos problemas que se mantienen prácticamente intactos: la especificidad de la función y la necesidad de una casa. No era necesario inventar nada, pues se conocía bien cómo funcionan en todas partes las agrupaciones dependientes de los medios de comunicación: ni la pirogramación es análoga y hasta coincidente a la de una orquesta / coro normales ni cabe imaginar una actuación viva, un rendimiento eficaz, sin un local fijo para ensayos, transmisiones, grabaciones y conciertos. París Roma, Berlín, Varsovia y tantas otras capitales pueden servir de ejemplo.
La Orquesta Nacional de España va a poseer, por fin, un auditorio en condiciones, después de muchos años de tocar en el Palacio de la Música, el Monumental y el Real, y a fin de que este teatro recupere la misión para la que fue creado y para la que según todos los técnicos es más id6neo: la ópera.
El público radiotelevisivo (que en realidad no es sino el asiduo a la orquesta B de Madrid, sufragada por el Estado o la publicidad de TVE) se siente, con alguna razón, discríminado. Y protesta, saca a relucir el pago de los impuestos y reclama sus derechos de sentarse en las mismas butacas que los melómanos de la Nacional. Se ría necesario, para empezar, denominar al nuevo auditorio de García de Paredes, que se construye en la prolongación de la calle del Príncipe de Vergara, "de la Orquesta Nacional", "Manuel de Falla", o "Isaac Albéniz", por ejemplo.
. No es cierto, como aducen algunos, que la filarmonía berfinesa de Hans Scharoun (si tuada, por cierto, en un lugar silencioso pero nada cómodo ni especialmente seguro) sirva a todas las orquestas. Claro que se arrienda a otras entidades, pero la radio tiene su casa, desde los años treinta, para su orquesta, a pesar de que la RSO depende muy relativamente de la SFB o de la RIAS.
Causa asombro en muchos directores invitados por la RTVE (los de casa ya se fueron acostumbrando) saber que los ensayos se realizan en un lugar inadecuado las más veces y el concierto en otro, con todos los inconvenientes acústicos que ello acarrea, y que necesariamente van en detrimento de las versiones que se ofrecen al consumidor nacional.
El Monumental
A poco de crearse la RTVE, Igor Markevitch, preocupado por el problema, gestionó la posible adquisición para la orquesta que dirigía precisamente del Monumental Cinema, habida cuenta de sus buenas condiciones acústicas, manifiestamente mejorables, su amplia capacidad y su tono popular. Del rriísino, modo -conviene recordarlo- patrocinó la idea de que cada orquesta madrileña montara un programa bisemanal, aumentando si era preciso el número de repeticiones. Se podía así ensayar con mayor holgura y desarrollar una política de grabaciones en las que el repertorio clásico-romántico estuviera completado por obras nacionales y extranjeras posteriores a la guerra de 1914.- Ahí, más o menos, hemos parado el carro, y ya ha llovido desde entonces. Pero a mi modo de ver los políticos buscaban por una parte el éxito inmediato -tantas veces logrado-, y por otra la polivalencia de la orquesta y coro, sin advertir que tal deseo, loable en principio, desnaturalizaba las funciones de unas agrupaciones nacidas en el seno de la radio y la televisión.
No me parece, por tanto, equivocada la decisión tomada por el Ente- de situar su orquesta y coro, de dotar a uno y otro conjunto de casa propia. Tan es así, que cuando se conocieron los planos de las nuevas casas para la RTVE en Prado del Rey y se vio que no había un estudio que permitiera, no ya la asistencia de público, sino el mero hecho de grabar o transmitir en directo, algunos nos rasgamos las vestiduras. Se nos advirtió que tal necesidad no había sido olvidada ni mucho menos, y que entre los locales de radio y los de televisión había un terreno en el que se preveía la construcción de ese estudio-auditorio. Por razones que se me escapan -probablemente de índole económica-, la idea no cuajó, y la Orquesta y Coro de RTVE continuaron su existencia vagabunda a la hora de los ensayos y dependientes de su hermana mayor, la ONE, a la hora de utilizar el teatro Real, por cuyo alquiler se han venido pagando sumas que aunadas alcanzarían cantidades más que respetables.
La asistencia al Monumental no supone, creo yo, desconsideración para el usuario, que asiste a los conciertos principalmente para escuchar música de la mejor manera posible, y si se habla del ambiente imperante hoy en el barrio de Antón Martín, se da por supuesto que el de la prolongación de Príncipe de Vergara va a gozar de mayor idoneidad. Pero se trata tan sólo de un supuesto.
Otra cuestión minúscula si se quiere pero que ha contribuido a la protesta: el cambio de horario. Todos los conciertos comenzarán a las 8.30 de la tarde, con lo que la salida del Monumental se producirá ya entrada la noche. Si se mantiene la hora actual: 19.30, no sucederá tal cosa. En fin, un detalle informativo que se me antoja incompleto: se dice que los directivos y los profesores de la RTVE están plenamente de acuerdo en las medidas anunciadas. Pero ¿y el público? Siente, con razón, que no se ha contado con él. Tampoco se ha desarrollado una campaña in flarmativa (no propagandística que eso es otra cosa), más necesaria si se tiene en cuenta que las ventajas acústicas, por ejemplo, del Monumental son desconocidas por las últimas generaciones. En tanto la Orquesta de Radiotelevisión no esté en condiciones de construir su propio auditorio (sobre lo que ya hubo gestiones en distintas épocas), la fijeza de su trabajo en el Monumental Cinema es quizá la mejor solución aquí y ahora.
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