Incómodas inquilinas
Los propietarios de un edificio, contra sus vecinas prostitutas
Los 46 propietarios de un inmueble cercano a la calle del Capitán Haya de Madrid se han levantado en contra de cuatro próstibulos que existen en su edificio. Acusan a la justicia de no prestar atención a este tipo de delitos, se quejan de peleas y discusiones entre plantas. Los Padres Agustinos no pueden presentar demandas por expresa prohibición de sus superiores, pero apoyan "moralmente la iniciativa" de sus vecinos.
El padre Fortunato sintetiza los trasiegos de la casa acudiendo a la literatura suramericana: "Esto se parece a lo que pasaba en Pantaleón y las visitadoras, que había nueve chicas y tenía que pasar todo el regimiento". El vigilante jurado contratado por estos vecinos contabilizó 160 entradas desde las 11 de la noche hasta las ocho de la mañana de un día navideño. Estos apartamentos son utilizados por la mayoría de las chicas que callejean en Capitán Haya. La presidenta de la comunidad de propietarios, que vive sola con su hija de cuatro años, explica que las prostitutas no emplean más de siete minutos en satisfacer a sus clientes. Una de las dueñas de estos 33 metros cuadrados de vicio lo desmiente explicando que ese tiempo no lo consiguen "ni los pájaros". El alquiler de un techo para estos minutos gloriosos cuesta "unas 1.000" pesetas, según explican los vecinos, y 5.000 la compañía. Uno de los vecinos más indignados es el que vio a su hija jugando con una jeringuilla que se había encontrado en el pasillo.Los clientes se acaban de vestir por el pasillo, y los días de mucho trasiego se ven incluso colas de parejas que esperan frente al portal que los ocupantes concluyan sus juegos de cama. Durante este tiempo la dueña permanece entre cortinas junto al reloj, una nevera y once claveles rojos.
El vigilante jurado de un edificio cercano asegura que ha habido peleas y hasta navajazos, y explica cómo "los señores suben abrazados a la chica y bajan tanteándose las carteras". "Los que protestan lo hacen porque les ha faltado tiempo o porque se consideran estafados", explica, y añade que, de todas formas, "esto está más tranquilo desde que vigila la policía".
Wenceslada, de 73 años, vive con su hija en los meses de invierno "porque en el pueblo hace mucho frío", en uno de los apartamentos que linda con uno de los del trasiego. "Hay noches que no hay quien pegue ojo, llamas a la policía y ese rato ganas, porque acto seguido vuelven a empezar los gritos y carcajadas".
En el edificio, una mujer gestiona otros cuatro apartamentos de chicas de lujo, que a los vecinos no les dan problemas, "sobre todo porque estas chicas trabajan más cara al día y a veces las contratan para compañía o para jugar a las cartas". Una de las dueñas de los apartamentos nocturnos denuncia avenencias de los vecinos con las prostitutas ricas. "Claro, ellos siempre van por el árbol caído". Esta mujer tiene unos cuarenta años, cuatro hijos y un marido empleado de banca que está en el paro. Planea volver a su pueblo y oculta su nombre por miedo a represalias.
Un negro en la puerta
Otra de las propietarias de prostíbulos, que paga unas 70.000 pesetas de alquiler mensual, explica irritada que si tienen algo que decirle los vecinos, utilicen pruebas, y exclama: "Que se miren al espejo antes de criticarnos". Las confusiones de apartamento también molestan a los residentes: "El otro día, un negro despistado estuvo aporreando mi puerta buscando a una chica". "No se puede vivir así".La mala vida que se despierta por la noche en los cuatro apartamentos del edificio les crea problemas inmobiliarios. "Aquí alquilas tu piso hasta que el inquilino descubre el movimiento nocturno y lo abandona".
"Si pagamos impuestos y ellos no, deberíamos estar mejor protegidos" explica otro vecino. La comisaría de Tetúan monta servicio para vigilar el edificio, lo que ha impedido peleas y líos, pero los vecinos reclaman acciones judiciales que zanjen el problema con las visitadoras.
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