La condena simbólica de cuatro enfermeras reabre el debate sobre la eutanasia en Holanda

La condena reciente, aunque a penas simbólicas, dictada contra cuatro enfermeras culpables de haber adelantado la muerte de tres enfermos incurables ha reabierto en Holanda el debate sobre la eutanasia, teóricamente prohibida, aunque tolerada en la práctica.

Los alrededor de 50 casos tratados desde hace seis años por la justicia así lo corroboran. En la mitad de los casos los tribunales renunciaron a la persecución judicial, y en el resto aplicaron la suspensión de condena o procedieron a la imposición de multas, a pesar de que el código penal establece penas de 12 afños de prisión.Cuatro enfermeras de la clínica Universitaria de Amsterdam fueron condenadas el pasado 30 de marzo a penas de dos a seis meses de prisión, con suspensión de cumplimiento, por haber adelantado entre 1983 y 1986 la muerte de tres enfermos en estado de coma.

Hace unos 15 años se abrió el debate sobre la pretensión de legalizar la eutanasia, objetivo que no se ha alcanzado a pesar de que el Gobierno aprobó en 1985 un proyecto de ley que fijaba las condiciones en las que un médico podría "poner fin voluntariamente a la vida de un tercero".

En diciembre de 1987, un texto gubernamental destinado a proporcionar un marco legal a diversas medidas sobre la muerte dulce no consiguió más que mantener de hecho la prohibición teórica de la eutanasia.

5.000 casos anuales

En la práctica, según uno de los médicos administrador de esta muerte dulce, el doctor Peter Admiraal, responsable del departamento de enfermos terminales de cáncer del hospital General de Delft, en Holanda se practican al año entre 5.000 y 6.000 casos de eutanasia. Una encuesta realizada hace unos meses entre 63 practicantes de la eutanasia llegó a las mismas conclusiones.En sus declaraciones a la agencia France Presse, el doctor Admiraal manifestó que 2.000 de los 24.000 médicos holandeses practican la eutanasia. Demandado en 1955 por haber adelantado la muerte de un enfermo incurable, Admiraal recuerda que la justicia archivó su caso. Una docena de colegas suyos llevados a los tribunales a principios de los años setenta corrió la misma suerte, o en el peor de los casos tuvieron que pagar pequeñas multas, según declaraciones del doctor Admiraal.

Generalmente, dice Admiraal, los médicos administradores de la muerte dulce deben informar a posteriori al fiscal, de acuerdo con una legislación que sin embargo no autoriza la eutanasia. En la práctica, según el doctor Admiraal, ante el fiscal se presenta una media anual de 120 casos de eutanasia.

Una vez informado, el fiscal decide si instruye diligencias o archiva el caso, según una reglamentación inspirada en una jurisprudencia de 15 años que establece que para aplicar la eutanasia el enfermo debe padecer sufrimientos intolerables y estar en un estado desesperado. Según este código de conducta, el enfermo debe haber reclamado la muerte de forma expresa y reiterada, que le será facilitada por su médico con el aval obligado de un colega independiente.

El doctor Admiraal, de 58 años, presidente de la Asociación contra el Dolor Físico, estima que una centena de pacientes terminales ha recibido la muerte dulce en el hospital de Delft en los últimos 15 años.