Mitterrand publica una carta abierta a los franceses para iniciar la campaña electoral

"Me comprenderéis. Quiero, con esta carta, hablaros de Francia". Con estas palabras empieza el texto, de 30 folios, escrito personalmente por François Mitterrand, que aparece en la Prensa de hoy como encarte publicitario, y será distribuido en millones de ejemplares por todos los hogares franceses. La construcción de Europa y la lucha contra el paro, metas de un próximo septenio del presidente y candidato.

"Al término de mi mandato", dice Mitterrand justo al empezar la carta, "no habría concebido el proyecto de presentarme de nuevo si no hubiera tenido la convicción de que tenemos todavía mucho que hacer juntos para asegurar a nuestro país el papel que se espera de él en el mundo y para velar por la unidad de la nación". Mitterrand, que confiesa estar prendido por "la pasión de una Francia unida", propone que el presidente de la República sea a la vez responsable y árbitro, a medio camino entre el presidente absoluto de la V República y del presidente sin ningún poder de la IV, y se muestra partidario de reducir el mandato a cinco años, renovables una sola vez.Junto a esta reforma, propone dos modificaciones constitucionales más. La ampliación de las posibilidades de referéndum popular y la creación de un alto organismo, con rango paralelo al consejo constitucional, que vele por la independencia de los medios de comunicación públicos. "Montesquieu", asegura, "podrá congratularse a distancia de que un cuarto poder se haya unido a los otros tres y dado a su teoría de la separación de poderes el último homenaje de nuestro siglo".

La política exterior francesa ocupa un lugar destacado en la carta, especialmente para resaltar su propio protagonismo en la construcción europea, el despliegue y desarme de los euromisiles y el desarrollo del Tercer Mundo. No faltan las críticas al primer ministro y candidato conservador, Jacques Chirac, especialmente por su tibio europeísmo, pero Mitterrand se permite también indulgentes aprobaciones a su acción: "El primer ministro ha mostrado una cierta abnegación al inclinarse repetidamente ante decisiones que no aprobaba... Francia ha podido hablar con una sola voz".

Europa merece un lugar muy destacado en esta epístola a los franceses, en la que Mitterrand propugna superar el concepto estrecho de una zona de libre cambio, para llegar a la unidad política, la defensa común y el espacio social europeo. "Llamo a la voluntad nacional, al sentido de la grandeur, a nuestra capacidad de unión al servicio de las grandes causas, y Europa es una de ellas. Para quien cree en Francia, el reto es digno de ella. Yo me consagraré a él", dice la carta.

Las ideas económicas de la misiva están lejos de las 110 propuestas del programa socialista de 1981: moderación fiscal, con disminución del conjunto de cotizaciones sociales y de impuesto en un 1% durante 10 años, estímulos a la inversión y a la creación de nuevas empresas, congelación de toda privatización y de toda nacionalización. No faltan las alusiones a la cohesión social y a la necesidad de negociación entre trabajadores y empresarios, ni una dura referencia contra el racismo y los intentos de marginación, con explícita referencia a los nuevos pobres, a la minoría canaca de Nueva Caledonia y a los inmigrantes. "Os conjuro", asegura, "a que alejemos de nosotros el error racista".