El dramatismo religioso en la obra de Verdi

En vísperas de la Pasión -un acontecimiento que en música ha provocado un importante capítulo de obras fundamentales-, nuestras orquestas disponen su repertorio ad hoc: la bachiana Pasión de san Mateo por la Orquesta y Coro Nacionales, con Helmut Rilling, y el Réquiem de Verdi por las formaciones de la RTVE, dirigidas por Pinchas Steinberg, maestro israelí-norteamericano, con especiales dedicaciones a los géneros dramáticos, ópera y oratorio.No está conectado con la Pasíón el Réquiem que Verdi dedicara a Manzoni, pero se trata de una de las más altas cotas alcanzadas por el romanticismo latino en el dominio de la música religiosa. Lo peliagudo de esta soberbia misa es que precisa de un cuarteto solista de primera magnitud, lo que no siempre, ni mucho menos, se encuentra.

Pueden alcanzarse, como esta vez, niveles aceptables con datos especialmente bellos (la dicción de María Luisa Nave, el fuerte y coloreado dramatismo de la soprano Silvia Mosca, que sustituyó a la anunciada e indispuesta Aprile Millo, la seguridad y brillantez del tenor Mihail Zamfir) y otros mucho menos positivos, tal la aspereza del bajo VIadimir de Kanel, mejor como densidad tímbrica que como fraseo. En fin, el quinto solista, el coro titular de la RTVE, que preparó Jordi Casas, que cuenta en su historial con excelentes misas de Verdi, no revalidó las calidades de sus verdes años. La visión de la obra por parte de Steinberg es seria, expresiva y funcional; atempera los tiempos a las posibilidades reales de ejecución y entiende el conjunto como lo que verdaderamente es: una de las más grandes piezas dramáticas del autor de Otello.