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'POP'

La esperanza japonesa

El trío donostiarra 21 Japonesas puede convertirse en una de las revelaciones de la temporada. Su música es un filón apenas explorado del que se puede extraer una materia prima que hoy escasea dentro del panorama del pop español: originalidad en las ideas y capacidad imaginativa para desarrollarlas.Las canciones de 21 Japonesas se sustentan en tres pilares fundamentales: un intenso sentido rítmico, la guitarra que trabaja un interesante y enérgico desarrollo armónico y la voz personal de Txexto Bengoetxea. De la correcta conjunción de estos tres elementos depende el éxito del trío y la presentación en directo de su primer trabajo discográfico "Donde ríen los locos", demostró que han emprendido el camino adecuado, aunque deben superar algunos defectos formales.

Concierto de 21 Japonesas

Txetxo Bengoetxea (voz y bajo), Alfredo Beristáin (guitarras eléctrica, acústica y voces), Luis Camino (percusión programada, manual y voces). Rock Club. Madrid, 17 de marzo.

El atractivo principal de 21 Japonesas reside en la magnífica fusión conseguida entre ritmo y armonía. Las canciones toman el sentido polirrítmico de culturas musicales como la africana, enriquecido con una armonía más entroncada lo latino y que constituyen las aportaciones más originales del grupo.

El planteamiento vocal es el otro signo diferenciador. Los textos de las canciones, sencillos y casi infantiles, son un componente musical más, con un lenguaje onomatopéyico de frases cortas que se utilizan total o parcialmente, en función de su situación concreta en cada momento de la canción. La voz de Txetxo Bengoextea, con personalidad, fuerza y seguridad, se adapta perfectamente a este planteamiento y es capaz de sacar adelante con credibilidad una música caliente, única y de indiscutible proyección futura.

Algunos defectos pudieron derrumbar la presentación en Madrid del trío donostiarra. En un grupo con el sentido rítmico de 21 Japonesas, la utilización de una batería programada durante todo el concierto carece de sentido. El ritmo enlatado enfría y quita fuerza a una música básicamente enérgica y plantea unos problemas de sincronización difíciles de superar. La sustitución en directo de la persona por la máquina, obligó al grupo a estar excesivamente pendiente del ritmo en perjuicio de la interpretación y la incorporación de un batería es algo que 21 Japonesas deberían plantearse seriamente.

Es un defecto de forma que no puede empañar la valía de un grupo con sustancia y personalidad, pero que debe ser subsanado para que el público, dentro de algunos meses, no pregunte desconcertado: ¿hubo alguna vez 21 Japonesas?

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