Los judíos de Viena recuerdan el 50º aniversario de la unión con Alemania
Un oficio religioso en la sinagoga y una concentración de la comunidad judía en la plaza de Morzin, de Viena, donde se hallaba el cuartel general de la Gestapo durante el régimen nazi, cerraron ayer los actos sociales de conmemoración del 50º aniversario de la anexión de Austria a la Alemania nacionalsocialista.
Durante tres días, centenares de actos recordaron la integración de Austria en el III Reich y a las víctimas de la persecución racial, religiosa y política. El ejercicio de memoria hecho en las últimas semanas y que se prolongará todo el año es con seguridad el análisis político retrospectivo más intenso que ha hecho un pueblo europeo en la posguerra.Los actos se han desarrollado en un ambiente de extrema sensibilización de la opinión pública a causa de la polémica en torno a la persona del jefe del Estado, Kurt Waldheim, de su actuación durante la II Guerra Mundial y de sus intentos de ocultarla. Éste se mantuvo ayer al margen de las celebraciones. Su visita a la sinagoga, que aún tras su elección en junio de 1986 pudo realizar, pese a las acusaciones que ya pesaban sobre él, es hoy imposible.
Nadie cree en Viena que Waldheim tenga la intención de dimitir a corto plazo, pese a las continuas exhortaciones en este sentido de que es objeto por parte de colectivos profesionales, manifestaciones callejeras y cartas a la Prensa.
En medios políticos se da la impresión de que los dirigentes de los dos partidos gubernamentales, el canciller socialista Frank Vranitzky y el vicecanciller democristiano Alois Mock, han acordado un pacto de silencio respecto al problema Valdheim, la causa prima, eufemismo que se utiliza en todos los medios públicos ante el lógico desgaste del nombre del jefe del Estado.
Neutralizado ya el peligro de una crisis inmediata de Gobierno, que parecía probable aún hace un mes, parecen esperar una tranquilización de la polémica en el interior para buscar una fórmula con la que Waldheim pueda ser convencido de retirarse sin provocar una polarización aún mayor en la sociedad entre sus partidarios y adversarios. El posible mito de que fue una intervención extranjera y "círculos judíos" los que hicieron caer a un presidente electo podría causar aún más daño al clima político que la permanencia de un presidente aislado, acosado y políticamente incapaz.
En el acto de la comunidad judía, intervinieron el presidente de la misma, Paul Grosz, y el canciller Vranitzky.
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