La afición se hace de miel
A la afición madrileña le han puesto fama de dura y los taurinos profesionales, de exagerada e injusta. Dura, puede ser; a ratos -la señora de Boyer sintió en sus oídos una muestra, el día de autos. Pero exagerada, menos, e injusta, nunca. Distinto es que le pueda molestar la falta de ligazón de un Manzanares o el toreo con la muleta retrasada de un Ojeda, pero. aún le molesta más que la acusen de antimanzanarista, de antiojedista o de anti nada, y cuando le dan oportunidad, se sacude el sambenito y se hace de miel, en aras de la objetividad y del prestigio del coso.La afición madrileña estuvo hecha de miel ayer en diversos pasajes del festival, a pesar de que el festejo distó mucho de ser brillante. Estuvo hecha de miel cuando Manzanares se fajaba desordenadamente con su novillo, castigándolo por bajo, precisamente porque se le apreciaba un coraje del que pareció carecer tantas otras veces; cuando Ojeda, capotón al viento, instrumentaba frenéticas verónicas, chicuelina veloz, remate rústico, desarme, quizá por lo mismo, y cuando Pepe Luis Vázquez preludiaba una faena que luego no existió, con la surtida exquisitez sevillana de ayudados, trincherillas, pases de la firma y de costadillo, cambios de mano, sacándose el toro a los medios como quien lava.
Ojeda / Siete toreros
Cuatro novillos de juego desigual y un toro noble (5º) de Francisco Ojeda; dos toros de Carlos Núñez (2º y 6º), inválidos. Manuel Vidrié (rejoneador): dos rejones bajos, rueda de peones y, pie a tierra, dos descabellos (aplausos y salida al tercio). Curro Vázquez: dos pinchazos y estocada corta caída (silencio). Manzanares: pinchazo y bajonazo (silencio). José Antonio Campuzano: estocada caída (protestas). Paco Ojeda: pinchazo bajo y media estocada caída (gran ovación y salida al tercio). Pepe Luis Vázquez: media atravesada, rueda de peones y cuatro descabellos (silencio). Miguel Rodríguez: estocada (oreja).Plaza de Las Ventas, 12 de marzo. Festival a beneficio de ANDE.
Luego se agrió, no por partidismo ni por malevolencia, sino porque los melifluos coletudos se ponían a tocar la pandereta con disonante ritmo. Manzanares, toreando de perfil, sin dar distancia y sin aguantar ni un pase; Ojeda, ahogando al toro, al que planteaba el cite con la muletaza allá atrás; Pepe Luis, debatiéndose en la razón de la sinrazón del albur inmerso en un torito bueno aquejado de perniciosa invalidez.
Cierto que Ojeda, tras sus naturales, de los que excluía dos tiempos y los reducía al último, levantaba al público cuando los ligaba con el de pecho, en muy poco terreno. Pero no siempre le salía el número y hubo en la plaza quien le voceaba que eso, así tal cual, para turistas. La faena de Ojeda fue deslavazada e inconclusa; la de Manzanares, desconfiada; la de Pepe Luis, vacía, después de aquel hermosísimo preludio en plenitud.
La afición madrileña, tantas tardes tan melosa de suyo con Curro Vázquez, que es uno de sus toreros favoritos, no le aceptó al buen diestro la producción seriada de naturales y derechazos, salvo uno, que lo instrumentó hondo y perfecto. Con el novillero Miguel Rodríguez se entregó, en cambio, la afición, pues antes se había entregado el propio novillero, embraguetándose en las verónicas, reuniendo emocionantes pares, ciñendo temerariamente los naturales, hasta el punto de que se echaba el novillote encima. Y a Vidrié, que rejoneó con buena técnica un manso, le ovacionó un impresionante quiebro.
En una barrera se encontraba Isabel Preysler, presidenta de honor de ANDE -asociación a cuyo beneficio era el festival-, acompañada de su marido, Miguel Boyer. Ningún torero la brindó su toro, excepto José Antonio Campuzano, y ocurrió en el brindis que el público dedicó a Isabel Preysler un abucheo de mucho cuidado. Los ecos de la bronca le llegaron al propio Campuzano, que no estuvo bien con un toro malo y hubo de pagar de consuno deslucida actuación y brindis, con ruidosas protestas. La afición madrileña se hacía de miel, pero no tanto que su dulzon alcanzara a los famosos de la barrera. La afición madrileña es parlamentaria y muy suya.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.