Pobre espectáculo en Castellón
En las corridas de La Magdalena de esta semana, raro ha sido el día en que no se ha desechado alguno de los cornúpetas. Sin embargo, los toros de Torrestrella de ayer superaron todos el reconocimiento, aunque una cosa es el reconocimiento matinal y otra la actuación de los astados en la arena, que a decir verdad carecieron de fuerza y causaron una triste impresión en el público.Al primero de la tarde Ortega Cano lo llevó con prontitud al varilarguero, del que recibió una suave caricia, que le hizo estremecer. Brindó al público, manteniendo la esperanza de que el toro no se le cayese más de la cuenta, e inició una faena variada y fácil. No acertó con el acero, por lo que perdió posiblemente alguno de los trofeos. A su cuarto lo toreó con estilizadas verónicas. Más tarde la seriedad del maestro no fue compartida por el burel, que hizo un esfuerzo final para no deslucir los últimos lances que el diestro de Cartagena ejecutó.
Torrestrella / Ortega Cano, Espartaco, Lozano
Cinco toros de Torrestrella, aborregados e inválidos y un sobrero de Los Guateles, peligroso. Ortega Cano: dos pinchazos sin soltar y entera (ovación); dos pinchazos y estocada (ovación). Espartaco: estocada (silencio); media y descabello (oreja). Fernando Lozano: estocada (palmas); tres pinchazos, estocada y descabello (aplausos).Plaza de Castellón, 12 de marzo. Sexta corrida de feria.
Espartaco, invisible con el capote, inició la lidia de un toro que desde su salida manifestó un cansancio que le hacía caer continuamente. El público, impaciente, se rebeló, y al de Espartinas no le quedó otro remedio que pasaportar al inválido ejemplar de Torrestrella. Su segundo fue enviado a los corrales por falta de trapío, siendo sustituido por uno de Los Guateles que resultó ser un regalito de mucho cuidado. Espartaco intentó lidiarlo sin amedrentarse. Una media y descabello bastaron para que el diestro consiguiera la primera oreja de la tarde.
Lozano lanceó por verónicas a su primero. Se limitó a cuidarlo y a torearlo por alto, no pudiendo redondear una buena faena que, aunque variada, no llegó a caldear los tendidos. Mató de una entera y escuchó aplausos. Al que cerraba plaza lo lidió con gran voluntad, y cosechó espectaculares lances de rodillas.
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