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CITA ATLÁNTICA EN BRUSELAS

La 'cumbre' de la OTAN decide combinar la disuasión nuclear con el equilibrio en armas convencionales

La cumbre de los líderes, de la Alianza Atlántica lanzó ayer en Bruselas un llamamiento a favor de la reducción del armamento convencional, pero dejó muy claro que los eventuales recortes no significarán el fin de la disuasión nuclear. Reunidos en la sede central de la OTAN, los jefes de Estado o de Gobierno de los 16 países miembros de la organización, entre los que figuraba el presidente norteamericano, Ronald Reagan, se esforzaron en sus alocuciones por evitar ahondar sus divergencias y resaltar "a solidaridad fundamental" que les une, dos meses antes de que los máximos dirigentes de EE UU y de la URSS se entrevisten en Moscú, según afirmó en su discurso de apertura el secretario general, el británico Peter Carrington.

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"El desequilibrio de fuerzas convencionales en Europa sigue estando en el centro de las preocupaciones europeas en materia de seguridad", resalta una primera declaración aprobada por la cumbre que explica tan detalladamente la posición atlántica sobre esta cuestión que el ministro italiano de Asuntos Exteriores, Giulio Andreotti, no dudó en compararla con el manual de una escuela de guerra.Aunque la Alianza logre la estabilidad convencional con el Pacto de Varsovia, el texto hace hincapié, a lo largo de sus siete páginas, en que "la disuasión tendrá que seguir basándose en una combinación apropriada de fuerzas nucleares y convencionales". De ahí que los aliados, se comprometieron a "no presentar ni aceptar ninguna propuesta susceptible de provocar una erosión de su dispositivo nuclear de disuasión".

Los dieciséis explican incluso en detalle su visión del equilibrio convencional, que requiere llegar a reducciones "netamente asimétricas" por parte del Pacto de Varsovia, así como la eliminación de su "capacidad de desencadenar un ataque por sorpresa o una acción ofensiva de gran envergadura" gracias a su despliegue en primera línea de "fuerzas convencionales sumamente móviles y dotadas con gran potencia de fuego".

Desarme y derechos humanos

La Alianza Atlántica establece también un nexo entre el desarme convencional, que deberá ser negociado entre los 23 Estados de los dos bloques militares, y el respeto de los derechos humanos, al recordar que "la instauración en Europa de un orden justo, pacífico y duradero que exige que todos los Estados (...) permitan a sus ciudadanos pronunciarse por sus propias opciones políticas".

Aunque los últimos retoques a esta declaración sobre desarme convencional -una más general será dada a conocer hoy al término de la reunión- fueron hechos ayer a mediodía, al término de largas discusiones, los asistentes a la cumbre no dieron la impresión en sus discursos de discrepar seriamente sobre los próximos pasos a dar después de la firma del acuerdo sobre el desmantelamiento de los euromisiles.

El canciller (jefe de Gobierno) alemán occidental, Helmut Kohl, dio claramente a entender que, durante su reciente visita a Washington, había apalabrado con Reagan aplazar la torna de decisiones sobre la modernización del armamento nuclear táctico, el único basado en tierra del que dispone la OTAN en Europa después del acuerdo, y que en caso de guerra sería casi exclusivamente utilizado en las dos Alemanias.

Kohl se desmarcó, sin embargo, de su oposición política al hacer hincapié en su alocución en que no quiere "una nueva opción cero", que abarcaría justamente a los misiles tácticos con un alcance inferior a 500 kilómetros, "ni una zona exente en armas nucleares, ni la desnucleariz ación de Europa".

Tal y como pactó con Helmut Kohl, Ronald Reagan no urgió a los aliados a decidir ahora la modernización, y se limitó en su discurso a pedir que no se olvidase Montebello, nombre de la ciudad canadiense dónde la OTAN acordó retirar paulatinamente sus armas nucleares obsoletas y sustituirlas por otras más modernas.

En el mismo sentido, se expresaron otros participantes en la cumbre atlántica, como el jefe del Gobierno italiano, el democristiano Giovanni Goria, que resaltó que no era posible "rehuir las puestas al día".

Las 'fechorías' de Gorbachov

Entre los pesos pesados de la Alianza Atlántica, la intervención más vehemente fue, sin duda, la de la dama de hierro, la británica Margaret Thatcher, que empezó por enumerar las fechorías cometidas en Europa por el líder soviético, Mijail Gorbachov, antes de abogar por la modernización aunque, según sus portavoces, está dispuesta a que la palabra no figure en el comunicado final "porque quedará recogida en su substancia".

Reagan aprovechó la ocasión para recordar a sus interlocutores que va siendo hora de que "los ciudadanos de las democracias europeas se den cuenta de que para defenderse es necesario pagar", algo que un EE UU consumido en una crisis económica cada vez puede hacer menos por ellos.

Pero el jefe de la Casa Blanca se esforzó también por apaciguar los temores de un canciller alemán que consideraba "insustituible" la presencia de sus tropas en suelo europeo al afirmar: "Las fuerzas estadounidenses destacadas en Europa permanecerán en su puesto hasta que sea necesario; puedo garantizar que no se producirán reducciones mientras yo sea presidente, y pienso que seguirá siendo así durante la próxima presidencia".

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