La segunda jornada de huelga paralizó Panamá
La estrategia de presión económica puesta en marcha por la oposición panameña para estrangular el régimen del general Manuel Antonio Noriega alcanzó ayer un notable éxito con el seguimiento mayoritario de la huelga convocada por las organizaciones empresariales y la Cruzada Civilista. Prácticamente, toda la actividad comercial e industrial del país se vio paralizada en la segunda jornada de un paro indefinido que persigue la dimisión del hombre fuerte panameño y de todos sus colaboradores militares.
El ministro encargado de la Presidencia, Manuel Solís, denunció ayer, en un discurso ante la Asamblea Nacional, que Estados Unidos ha decidido un bloqueo económico contra Panamá y advirtió que su Gobierno se reserva el derecho de acudir a otras áreas del mundo para buscar los recursos que le niegan los norteamericanos. "Recurriremos a cualquier medio y a cualquier país, sin reserva alguna, para buscar los medios para nuestra subsistencia", dijo.
Tranquilidad en las calles
Después de una primera jornada de titubeos y dudas, la mayor parte de los grandes comercios y de las industrias cerraron ayer sus puertas. Al paro se sumaron también numerosos bancos panameños y extranjeros y los pequeños comerciantes. En las calles se mantuvo la tranquilidad, pero la actividad y el tránsito de vehículos y personas fueron mínimos. Los dirigentes de la Cruzada Civilista, satisfechos por el éxito de la convocatoria, aseguraron que el paro incluso aumentará en los próximos días.Entre los bancos que se han sumado a la huelga están el Chase Manhattan -primer banco extranjero del país- y el Bank of America, cuyos gerentes son activos mlitantes de la Cruzada Civilista. También cerró sus puertas el más importante banco privado panameño, el Banco General, dirigido por otro destacado opositor.
Esta situación ha elevado la preocupación de los ambientes financieros hasta niveles similares a los peores días de la crisis del verano pasado. Según fuentes bancarias, todos los créditos han sido suspendidos, muchos de los depósitos están siendo retirados y, una vez más, se vuelve a hablar del peligro que amenaza la supervivencia del centro bancario panameño.
Manuel Solís quiso ayer tranquilizar los ánimos asegurando que su Gobierno no tomará ninguna medida que pueda modificar o perjudicar las condiciones en que funciona el sistema bancario. Aseguró que no serán modificadas las cuentas de depósitos, que se mantendrá la libertad de movilización de capitales hacía y desde Panamá, y que no se emitirá papel moneda -en este país la moneda circulante es el dólar, disfrazado con el nombre de balboa. El gerente de uno de los casi 150 bancos extranjeros con sede en Panamá admitía, sin embargo, que desde los sucesos que provocaron la destitución de Delvalle no ha dejado de recibir a clientes que piden consejo sobre qué hacer con su dinero. Según esta fuente, gran parte de los depositantes panameríos ha cerrado ya sus cuentas y trasladado sus capitales a bancos en Miami o las Bahamas ante el temor de que el Gobier no llegue a tomar medidas contra los depósitos nacionales.
Las leyes panameñas permiten que los ciudadanos del país saquen la cantidad de dinero que quieran sin tener que notificarlo a las autoridades.
La falta de circulante y la congelación de créditos bancarios, unidos a la suspensión de la ayuda de EE UU, están a punto de paralizar toda la actividad económica en el país. El Gobierno está ya empezando a retrasar los pagos de los empleados públicos y dentro de unos días tendrá que admitir su incapacidad de satisfacer unos 50 millones de dólares de intereses de su deuda externa.
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